Mi nombre es Elizabeth Vega, soy peruana y española, y cada vez que lo digo, siento que debo dar una explicación más. Mi familia inmigró a España en 1997, cuando aún estaba empezando el fenómeno migratorio. En Perú eran tiempos de crisis económica. Mis padres querían para mi hermana y para mí lo mismo que tenían mis primos mayores:unos estudios que nos garantizasen un futuro. Poner en marcha el plan migratorio fue muy duro para todos. Primero viajó mi padre a España y posteriormente, mediante una reagrupación familiar, vinimos mi hermana, mi madre y yo a vivir con él. Mi hermana tenía 6 años y yo 10, y habíamos pasado los últimos cuatro años sin mi padre en casa.
Los primeros años tampoco fueron mucho más fáciles. Mis padres se enfrentaron a ese desclasamiento que supone ser inmigrante: tenían trabajos duros y en malas condiciones laborales. Mi hermana y yo íbamos a clase con ropa de Cáritas. Solo éramos cuatro o cinco inmigrantes en todo el colegio.
Actualmente tengo 28 años y soy trabajadora social. Tengo trabajo de auxiliar administrativo y vivo la crisis como una joven española más. Sin embargo, parece que muchos no quieren ver a una chica andina reclamando sus derechos ciudadanos en un suelo que no es el suyo.
A veces me gustaría solo tener que estar indignada con la política, que nos culpa de la delincuencia y de darnos muchas ayudas, nos hace redadas racistas y nos ofrece cínicos planes de retorno. Pero a veces son otros ciudadanos los que empiezan a dar alimentos solo para españoles y eso me deja sin palabras. Va a ser que muchos se creyeron que vinimos a quitar el empleo a los nacionales.
Es relativamente fácil que a una población que ha perdido tanto le alivie culpar a los inmigrantes. Pero, si ya sabemos que los discursos políticos nos mienten una y otra vez, ¿qué pasa con estos discursos anti-inmigración? ¿Qué argumento pueden darte para que no sientas empatía por una persona que pasa por las mismas o peores precariedades y carencias que tú?
Los nacionales y migrantes no debemos permitir que triunfe el “divide y vencerás” que utiliza el poder. Cuando justificamos que a unas personas no se les reconozcan sus derechos, estamos abonando el terreno para que se quiten otros derechos a la sociedad. Los que gobiernan no hacen otra cosa que desplazar eternamente su responsabilidad y buscar chivos expiatorios.
Se ha perdido y se está perdiendo mucho. Seamos ciudadanía activa e informada. No quitemos los derechos y la voz a las personas que hemos migrado, puesto que hay muchos derechos que conquistar o reconquistar y espero que la unión ciudadana haga la fuerza.
Respecto a mí, por el momento no voy a certificarme el inglés y hacer las maletas. Aún estoy recuperando y normalizando mi vida después de mi primera migración.