El Presidente de la entidad, Héctor Marano, se siente satisfecho con la labor realizada en todo este tiempo
Por Juan Pablo Blanco A
Luego de nueve años de funcionamiento, próximamente el Casal Argentino de Palma cerrará sus puertas. La falta de apoyo de los casi 2.200 socios, según expone Héctor Marano, presidente de de la entidad desde su fundación, ha obligado a la decisión de dejar de tener un local físico, aunque las necesidades de trámites burocráticos, dudas y proyectos que surjan se continuarán atendiendo por las redes sociales o correos electrónicos.
La situación se ha hecho insostenible y antes de que aparezcan las deudas y obligaciones de alquiler “preferimos dar un paso al costado”. Acerca de la falta de apoyo de los socios, Marano responde que al no pagar una cuota anual de 20 euros poco a poco se han ido diezmando las arcas del Casal hasta llegar a un punto extremo de no poder asumir más gastos y compromisos con los servicios del inmueble localizado en la Plaza Mayor de Palma.
Sobre el posible desinterés de los socios por el Casal, Marano percibe que “ya muchos tienen la nacionalidad y no necesitan nuestros servicios. En cambio otro grupo aunque nos necesite se abstiene de pagar la cuota y eso no nos permite seguir funcionando”.
A la pregunta de este periódico de cuál ha sido el soporte económico en estos últimos años para sobrevivir, responde que se vivía de las pocas cuotas que los socios aportaban y de unos ahorros de subvenciones obtenidas en el pasado. Sin embargo, al haberse acabado las ayudas oficiales la situación se fue complicando llegando a situaciones extremas en las que, hoy por hoy, ya no hay liquidez.
El representante argentino lamenta que se pierdan nueve años de trabajo en el que se llevaron a cabo grandes logros entre los que destaca la presión ejercida ante el gobierno argentino para la apertura del consulado en las Islas. Recuerda la reivindicación al descuento en los billetes de viaje por insularidad que al final se logró gracias al aporte del Casal y las otras asociaciones y agentes sociales.
Marano recuerda el proceso de regularización de 2005 gestionando dos consulados itinerantes para que los “sin papeles” no se vieran obligados viajar a Barcelona, gracias a la persistencia y a un voluntariado generoso de compatriotas.
Dentro de los servicios que prestó estos años, el presidente del Casal recapitula la gran cantidad de veces que se ayudó a usuarios que tenían dificultades al momento de canjear el carnet de conducir a intermediar ante tráfico. Asimismo, Marano rememora que el Casal participó activamente cuando el trámite para jubilarse era un jeroglífico, así como resalta que fue la única asociación designada por el consulado argentino de Barcelona para otorgar turnos cuando había que viajar.
En su relato tampoco olvida a las personas en situaciones complejas que fueron atendidas psicológicamente gratis en la recordada “Ronda del Mate” que aún se sigue haciendo.
Para concluir, el Casal Argentino agradece a cada una de las personas que hicieron posible emprender proyectos en favor de los argentinos de Mallorca. “No queremos dejar de agradecer a todos nuestros socios -muy particularmente a los que se han mantenido al día con las cuotas, a nuestros amigos, al Cónsul Daniel Samaniego, a otras asociaciones hermanas, a las autoridades locales, a la prensa y particularmente a Baleares Sin Fronteras del cual siempre tuvimos cobertura y a quienes se han sentido identificados con nuestro trabajo. A todos los colaboradores que de una u otra forma se han implicado con nosotros y que en momentos cruciales, han estado apuntalando a la institución con sus manos, sus ideas, su dinero y con su corazón”.
BSF Opina
Una herencia de aniquilamiento con el tejido asociativo
No es para nada una buena noticia para los argentinos el cierre del Casal en Mallorca. Quien escribe da fe que de las asociaciones que siempre han trabajo por su comunidad, el Casal ocupa un lugar de privilegio junto a la de los colombianos, YAPO y varias de marroquíes.
Doce años al frente de este medio con una temática especializada nos dan algo de conocimiento sobre las asociaciones serías que trabajan por su gente. No faltaban las que vivían del cuento y de las subvenciones para luego esfumarse como ocurrió con muchas de ellas.
Asociaciones que se dedicaron a vivir de las subvenciones y cuyos líderes ahora no se les ve el pelo, me cuentan que algunos ya retornaron a sus países y otros emprendieron nuevas aventuras migratorias. En cambio, el Casal siempre estuvo ahí tratando de realizar actividades sociales para sobrevivir, infortunadamente los pocos recursos con los que cuenta ya no alcanzan para evitar el cierre definitivo.
Y me pregunto como siempre lo he dejado impreso en este medio desde hace más de dos años. Si todo el dinero que se gastó inútilmente desde la pasada Dirección General de Cooperación e Inmigración en sueldos de cargos de confianza y acciones que pasaron sin pena ni gloria, el Govern saliente los hubiese destinado a reforzar el tejido asociativo a todo nivel, habría sido mucho mejor. La herencia del desmoronamiento de las asociaciones a todo nivel.