No dejó de resultar decepcionante que en las fiestas de Sant Sebastiá el folclor latinoamericano brillara por su ausencia. Lo adelanté en un comentario en las redes sociales. Y no se trataba de irrespetar unas tradiciones muy consolidadas en las que en estos 16 años de estar radicado en Palma las he disfrutado y festejado, por lo que al mal pensado que pueda tergiversar mi idea, solamente decirle que soy plenamente consciente de que recientemente hemos hecho apología por un año más al patrón de Ciutat, me considero un palmesano de adopción, acojo sus costumbres, las respeto y promuevo a cualquier punto del planeta donde me desplace.
En Palma han nacido mis hijas y generaciones de hijos y nietos de personas que han emigrado de sus tierras de origen para venir a esta prodigiosa tierra a ganarse la vida y encontrar las oportunidades negadas en su propio terruño.
En estos días, una información del Ultima Hora daba cuenta del regreso a sus países de origen de más de veinte mil suramericanos en el 2016, también cabe recordar que se han quedado los que definitivamente tienen asentadas sus raíces, los que bajo ningún pretexto familiar o sentimental tienen vínculos con sus países.
En esa gran proporción se incluye a los latinoamericanos que han escogido en su momento a Baleares como destino opcional para vivir; algunos tuvieron la suerte de sobreponerse a la falta de empleo y a todas las vicisitudes de las problemáticas sociales; a otros, el tsunami de la crisis acabó con las ilusiones de las que hoy en día desde sus lugares de origen guardan el recuerdo, literalmente se vieron obligados a regresar.
Con esto, vale señalar que pese a los retornos masivos, los que se quedaron constituyen una nutrida de gente latinoamericana, centenares de ellos con nacionalidad, que ya tienen establecida su vida. Por eso, no dejó de resultar chocante a diferencia de otros años que en una de las fiestas más emblemáticas de la Isla la cumbia colombiana, el tango argentino, la murga uruguaya, la cueca chilena, la samba de Brasil o los bailes típicos de Ecuador, Paraguay, Bolivia, Venezuela y Perú.
Y es que en ningún momento se trata de desconocer el sentimiento local que despiertan estas tradiciones, por el contrario, somos muchos los que apreciamos estos valores históricos y culturales reconocidos, que desde luego, no pierden su esencia por incorporar música representativa de una gran parte de la población afincada en Palma, más de un 10%, como sí lo hacen con géneros que no se identifican para nada con la identidad palmesana.
El procedimiento de escoger los artistas pasa por las votaciones recabadas en la WEB habilitada para tal efecto, no obstante, este procedimiento debería ser revisado en un futuro por los filtros humanos o encargados de ofrecer variedad de alternativas. La integración pasa por acoger las costumbres de la tierra donde emigras, asimilarlas como en su momento las nuevas generaciones aprenden la otra lengua que cohabita junto con el castellano en esta tierra, el catalán, tal y como lo decíamos en la edición anterior de este periódico.
Las fiestas de una ciudad o de un país deben mantener su identidad, los tópicos añadidos simplemente constituyen un atenuante social para su enriquecimiento. La realidad demográfica está ahí y en los años anteriores se dedicó una plaza para géneros de música latinoamericana, si este año no se pudo el mundo no se va acabar, no estamos señalando responsables, pero es atípico pasar de un extremo a otro, de tener una plaza con una veintena de artistas a ni tan siquiera contar una actuación musical.
Esperemos que el otro año, pese a la convocatoria de concursos de Cort, el criterio sea diferente y se ofrezca variedad, pluralidad e igualdad de oportunidades en cuanto a gustos se refiere, sin que ello desluzca la fiesta o le reste el sentido de la identidad, talento latinoamericano de músicos hay a granel, desparramado a lo largo y ancho de la Isla.