Las bajas tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida harán que España se convierta en un futuro cercano, en el segundo país más envejecido del mundo. Así lo manifiestan las proyecciones demográficas de la OCDE y así lo señalan también otros organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), los cuales han advertido de los problemas que podrían generar en relación a la seguridad social.
Ante ello, se expone una solución directamente relacionada con la inmigración, estimando que el sistema podría llegar a necesitar la inclusión de más de cinco millones de extranjeros.
El FMI estima que la llegada de más de cinco millones de extranjeros hasta el 2050 relajaría la tasa de dependencia, teniendo en cuenta que el 90% de esa inmigración se encuentra en edad de trabajar. De esta forma, las migraciones que aumentan el número de trabajadores elevan también el número de contribuyentes al sistema de pensiones.
Asimismo, una medida adicional sería la de introducir cambios políticos para reducir la inmigración.
Las recomendaciones del FMI respaldan los argumentos del Gobierno, que en las últimas semanas han respondido a las declaraciones de los máximos representantes de los partidos políticos, Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (Ciudadanos) que han exigido al Ejecutivo de Pedro Sánchez que debe regular la llegada de inmigrantes irregulares y lo han acusado de generar un efecto llamada al acoger los 629 inmigrantes de Aquarius.
El Secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, por su parte ha respondido que “el sistema de protección social necesita millones de cotizantes por lo que los extranjeros son más una oportunidad que una amenaza, y la pirámide demográfica es algo necesario para poder mantener nuestro estilo de vida”.
Además del impacto que pueda tener la inmigración sobre el sistema de la seguridad social, hay que sumarle su contribución al crecimiento económico. El hecho de incrementar el número de trabajadores jóvenes, se traduce como un aumento de la riqueza.
Las Organizaciones para la Cooperación y el Desarrollo Económicos estiman que la estructura demográfica de la población lastrarán, hasta un medio punto porcentual, el crecimiento y la mejora de los estándares de vida en países como Grecia, Corea o España.
Asimismo, la OCE estima que el crecimiento medios del Producto Interior Bruto (PIB) per capital entre 2018 y 2013 será de apenas un 1,1%, frente al 1,7% registrado entre el 2000 y 2007, lo cual se queda lejos de la media de la Organización.