El 19 de septiembre fue asesinado en Palma, Elías Espinoza, ciudadano ecuatoriano, trabajador de la construcción que iba a cumplir dos décadas residiendo en Mallorca. Quienes lo conocían coinciden en que era una persona entrañable, nada amiga de los problemas y amigo de sus amigos.
Este periódico hizo eco de la noticia debido a la cantidad de llamadas que se recibieron a la redacción de conocidos que nos emplazaban a que se sacará a la luz pública la noticia. En un primer momento, las sobrinas del fallecido viajaron desde Barcelona para apersonarse de la situación.
Elías tenía a toda su familia en Ecuador. Su esposa, sus hijos y nietos desconsolados le solicitaron al gobierno de ese país la repatriación del cuerpo debido a la falta de recursos para pagar el traslado. La repentina tragedia llegó paralela a la coyuntura de crisis que atravesaba la nación sudamericana.
Desde el Consulado de Palma de Mallorca se hicieron las gestiones burocráticas para que el cadáver fuera trasladado. Sin embargo faltaba el informe socioeconómico de Ecuador. Una gestión calificada por su esposa, Peggy de “lenta e insoportable”.
Al transcurrir cinco semanas y no tener noticias del gobierno ecuatoriano, Peggy no tuvo otra salida que emprender viaje a Mallorca. Esta vez, comenta, no tuvo ningún tipo de inconvenientes. “Me dieron la visa fácil en el consulado de España en Quito, el trato fue amable y todo muy rápido. Lamentablemente no puedo decir lo mismo sobre la lentitud que hubo en Ecuador para que el cuerpo de mi marido fuera repatriado”.
En una historia un tanto atípica, Rocío Valencia, ex pareja sentimental de Elías en Mallorca, le ofreció ayuda logística a la viuda para que viniera. Elías estuvo mucho tiempo solo en este país y encontró en Rocío un apoyo, ambos congeniaron y entablaron una relación. “Él era una persona adorada y siempre respeté su situación, en este momento salgo a dar la cara, no me importa el qué dirán, lo único que quiero es que su familia en Ecuador tenga paz espiritual, por eso mismo he contactado con Peggy”.
Ambas mujeres no aceptan la pasividad de las autoridades ecuatorianas. “Nunca dijeron no, pero el cuerpo no puede estar tanto tiempo en un congelador. No es justo para la familia”. A Elías lo recuerdan como un hombre ejemplar, jamás dejó de cumplir con el deber sagrado de enviar dinero a sus hijos. “En Mallorca no se metía en problemas con nadie, es normal que alguien se tenga que preocupar por lo menos de que se despida decentemente de la vida, fue un gran ser humano”, dice Rocío.
El informe socioeconómico del consulado de Palma fue favorable, tal y como lo confirman las mujeres, no obstante, la lentitud de Ecuador acabó con la paciencia de Peggy, que por sus propios medios llegó a Palma.
Las últimas informaciones recopiladas por este periódico confirman que el 12 de noviembre al mediodía los restos mortales de Elías Espinoza fueron incinerados en el cementerio de Palma.
El ecuatoriano, 51 años, vivía en la barriada de Son Gotleu, donde un compañero mayor, 75 años, en un acto de intolerancia por una discusión doméstica lo mató. En un arranque injustificado de furia, el anciano le clavó a Elías unas tijeras en la vena yugular produciéndole la muerte inmediata.
