Ya se publicó el calendario de la próxima Copa América a disputarse en junio de 2020 en Argentina y Colombia.
Dos países separados por nueve horas viajando en avión sin escalas (casi la misma distancia de ambos países con Europa), algo absurdo e inexplicable. Más de siete mil kilómetros de distancia entre los dos organizadores.
Por ejemplo, ¿no habría sido más lógico que la organización la hubieran asignado a dos países por cercanía como Uruguay-Argentina; o Colombia-Ecuador?
Y como si fuera poco en el fixture figuran Qatar y Australia. Una pregunta que se hacen propios y extraños. ¿Qué pintan ambos países en ese torneo?
Los mercenarios y avariciosos dirigentes se han encargado de desvirtuar este certamen.
Prevalece el negocio por encima de la identidad. A saber qué intereses camuflados de enriquecimiento ilícito.
A simple vista se observa un trato de favores enquistado alrededor de un negociazo mundial llamado fútbol en el que se siguen observando prácticas mafiosas y nada éticas.
A la vista la cantidad de sinvergüenzas ex dirigentes encerrados por corrupción en el pasado, incluyendo al ex presidente de la FIFA, Joseph Blatter y ex presidentes de federaciones de varios países cumpliendo largas condenas.
¿No hubiese sido medianamente normal, ético y correcto invitar a Honduras, USA, Nicaragua, Costa Rica, México… países que pertenecen al continente? No, desde luego que no era atractivo para la economía del torneo, e intereses camuflados que se ciernen alrededor del negocio.
No imagino una Eurocopa de Naciones con Bolivia, Senegal o China, o incluso con las propias potencias mundiales como Brasil, Argentina o Uruguay. ¿Qué pintarían ahí? ¿Cómo sería una Copa de África con Japón, Suecia o España como países invitados?
La colonización de América Latina no solo se da en la política y en la economía. El deporte, en este caso exabruptos como estos, nos hace ver frágiles, vulnerables y nada respetuosos ni correctos para con nuestra historia.
¡Vergüenza y falta de respeto con nuestra identidad deportiva!