Por: Ana Mariño
Abogada Colegiada 6237
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El delito de extorsión, requiere que la víctima influenciada por la violencia o intimidación ejercida sobre ella, efectúe un desembolso patrimonial en beneficio del autor del delito.
El delito de extorsión viene comprendido dentro de los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico, concretamente en el artículo 243 del Código Penal, el cual establece que cometerá un delito de extorsión “ el que, con ánimo de lucro, obligare a otro, con violencia o intimidación, a realizar u omitir un acto o negocio jurídico en perjuicio de su patrimonio o del de un tercero, será castigado con la pena de prisión de uno a cinco años, sin perjuicio de las que pudieran imponerse por los actos de violencia física realizados”.
Según el Tribunal Supremo, por intimidación hay que entender el anuncio de un mal inmediato grave y posible, susceptible de inspirar miedo, que no se limita sólo al empleo de medios físicos o uso de armas, sino que bastan palabras o actitudes conminatorias o amenazantes, idóneas según las circunstancias de la persona intimidada.
Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, es decir las circunstancias que rodean a la persona intimidada, el autor del delito de extorsión puede servirse de actuaciones maquiavélicas, totalmente premeditadas, incluso sirviéndose de terceras personas que harían el papel de testigos falsos en su momento hasta tal punto de llegar a contratar a un sicario para participar en la intimidación, haciendo uso de todo tipo de amenazas, encerrando todo ello un increíble entramado, para involucrar a la persona intimidada en un delito de robo o de hurto, amenazándola con la intencionalidad de denunciarla por ese delito si no le paga la cantidad supuestamente robada, comenzando a partir de ese momento a poner en funcionamiento todos los mecanismos que comprenden el delito de extorsión.
Es evidente que todos podemos vernos involucrados en esta situación, pero estadísticamente, las víctimas de este delito suelen ser extranjeros o personas con un alto poder adquisitivo, toda vez que el grado de intimidación hacia ellos consiste en amenazarles con denunciarlos en extranjería por no tener los papeles legalizados o denunciarlos en la Inspección de Trabajo y a sabiendas de que alguien les respaldará económicamente, para poder conseguir el objetivo de la extorsión, es decir, que la persona le entregue la cantidad de dinero que le pida, para evitar que la denuncie.
Desgraciadamente, en muchos casos, el autor consigue su objetivo y queda impune de las consecuencias legales del delito de extorsión, que ha premeditado totalmente, sirviéndose de uno de los grandes poderes que psicológicamente le pesa a la humanidad, tal es el miedo, que se agrava cuando hay familia por medio.
Es común que este tipo de delito se lleve a cabo, por ejemplo, en una contratación de una mudanza, para acusar al contratado de un delito de robo. Los autores del delito de extorsión pertenecen a un perfil calculador e inhumano y no pueden quedar impunes, ya que los daños que ocasionan a las víctimas atacan directamente a la salud, a la integridad física y en definitiva a la libertad que nos pertenece por derecho propio, por eso me dirijo a los lectores, para que si alguno se ve en una situación parecida, no dude en denunciar, porque no podemos olvidarnos que el autor está mintiendo desde el principio y al final la verdad siempre sale a la luz, así que por favor, hagan un esfuerzo para vencer el miedo, contraten un abogado y denuncien a quien le amenace o pretenda extorsionarle.
La intimidación supone una amenaza común de un mal inmediato, grave, personal y posible, que despierte en la víctima un sentimiento de miedo, angustia o desasosiego, quien para evitar ese temor, termina entregando lo que le piden.
Tenemos que acabar con esta lacra existente en la sociedad y sólo podemos conseguirlo venciendo al miedo y recurriendo a los juzgados por medio de un abogado penalista especializado en estos casos.
Por suerte, todavía hay quien se atreve a denunciar en los juzgados penales, pero finalmente y por suerte, en la mayoría de los casos, el autor del delito denunciado, se ve en la necesidad de retirar la denuncia si el abogado especialista se enfrenta a él, porque está claro que las mentiras no tienen pruebas fehacientes y si la víctima logra vencer al miedo, siempre ganará, y lo que es más importante, conseguirá su libertad, porque el extorsionista se dará cuenta de que no tiene pruebas para ganar el caso y las consecuencias para él pueden ser muy graves, entonces desistirá de la denuncia sin conseguir su objetivo, que es lo que pretendemos por medio de nuestra defensa los abogados especialistas en estos casos.