Por Juan Pablo Blanco A
Hace unos días lectores de varias nacionalidades, incluyendo españoles, se comunicaban con la redacción de este periódico expresando su malestar por un cartel colgado en los cristales de un bar, en cuyo mensaje se leía la inconformidad de la persona que lo regenta con las restricciones del Govern al sector de la restauración por el Covid-19.
La persona que regenta este local agradecía a la clientela por su fidelidad en estos años, y a la vez arremetía contra las políticas autonómicas hacia la restauración con un mensaje en el que emplazaba al “pueblo e echarse a las calles”.
Además, su enfado lo dejaba entrever con otro cartel en el que exponía el siguiente texto: “Los emigrantes en un hotel, los españoles pasando hambre”. A las quejas telefónicas que recibimos desde este periódico se sumaban también la de dos portavoces de la Plataforma por la Inmigración en Baleares que leyeron la noticia en el periódico Última Hora.
Federico Marotta, es también el presidente de la Asociación República Oriental del Uruguay, en su opinión entiende la impotencia de la señora propietaria del Bar Mónaco citado por el periódico local, pero no justifica que se involucre a los inmigrantes con sus circunstancias empresariales: “Tuve dos pensamientos inmediatos al conocer la noticia. Creer que la señora dueña del negocio está, como tantas personas, en una situación desesperante y se desahogó buscando culpables. Puedo entenderla, y a su vez, le deseo lo mejor. Pero si el inmigrante deja de ir a ese negocio será por una reacción simple”.
El otro pensamiento que le llegó a la mente al líder sudamericano fueron aquellos hoteles junto a los puertos de Buenos Aires y Montevideo, que alojaban de forma gratuita a los inmigrantes españoles que arribaron allí en los años 30 y 40. “Uno no quiere recordar, pero tampoco podemos permitir que la memoria sea tan corta o se utilice cuando conviene”, advierte.
Agrega que “el problema de la inmigración es de fondo y aquí es donde pocos quieren debatir. Es simple hablar desde lo superficial y decir que hay inmigrantes en hoteles, aquí entra la manipulación de una información que crea odio”.
Pero Marotta va más allá y cree que las carentes políticas de integración social en esta comunidad autónoma propician este tipo de comportamientos de rechazo en algunas personas: “Estas reacciones se pueden tomar como producto del vacío de políticas migratorias, de la falta de educación para la integración por parte de las instituciones de gobierno”, comenta.
Para Mustafá Boulharrak, Presidente de la Asociación de Marroquíes, Al Magreb, la señora del controvertido cartel, como mucha gente “está influida por los mensajes de los grupos xenófobos y anti inmigración. Aquellos que piensan que la crisis la causan los inmigrantes”
Referente a los inmigrantes de las pateras alojados en los hoteles en Canarias y Baleares interpreta que ha sido por el cierre de los centros de internamiento causado por la pandemia, además de aducir “razones humanitarias”, el representante marroquí justifica que en gran medida por el cuidado de la salud pública se alojan en hoteles o albergues. “No se puede dejar a personas, probablemente portadoras del virus en plena calle, ¿Eso es lo que pretenden algunos?”, se cuestiona.
“Creo que esta persona debe manifestarse contra los gestores de las políticas y nada tiene que ver la inmigración con este tema”, concluye Mustafá.
Por su parte, el periodista ecuatoriano, Emil Briones, radicado hace ya una veintena de años en la Isla no logra encontrar explicación coherente: “¿qué tienen que ver las decisiones del Govern balear que afectan a la restauración con los inmigrantes que llegan en patera?”, se pregunta.
Y prosigue: “Creo que la inmigración se ha convertido en chivo expiatorio de cualquier temática”, para exponer que los inmigrantes también forman parte del sistema, “no podemos olvidar que por esa zona de Palma hay mucho negocio regentado por extranjeros que también se ven perjudicados por las medidas del Govern”, a Briones le parece que esta persona ha lanzado un mensaje chocante en el que divide claramente a los españoles e inmigrantes, “ante todo debemos recordar que todos somos personas y este tipo de cosas generan crispación”.
