Ahora resulta que todos nos damos golpes de pecho por el régimen del terror que llegaron a imponer los talibanes a Afganistán. Nos indignamos e inundamos las redes sociales de mensajes de apoyos mediáticos por la atrocidad que viven en carne propia 18 millones de mujeres que de un momento a otro se han convertido en esclavas de unos dementes con alma de genocidas.
Ahora resulta que todos nos solidarizamos con ellas, lamentamos las bellaquerías a las que son sometidas en ese país, las violaciones flagrantes a sus derechos fundamentales y nos produce horror lo que les pueda deparar en adelante.
Ahora resulta que exclamamos al unísono, “todos estamos con ellas”, pero pocos, o mejor, realmente nadie se atreve a hacer algo para frenar esta barbarie humana. Ni en el peor guion de las películas de terror hubiéramos imaginado esta crueldad humana de la que estamos siendo testigo en la realidad en pleno siglo XXI
Ahora resulta que de un momento a otro hemos despertado del letargo y nos sensibilizamos con el sufrimiento de miles de personas que arriesgan sus vidas para huir de esa pesadilla entregando hasta sus propios hijos para salvarlos de un sistema infernal, prefieren sacrificarse con la separación para siempre en un verdadero acto de amor.
Ahora resulta que es el momento ideal para recordar que no solamente en Afganistán las mujeres viven subyugadas a regímenes de terror. Recientemente comentaba que el Mundial de Fútbol se realizará en un país en el que las mujeres viven en un régimen de semiesclavitud, donde no pueden estudiar, viajar solas o trabajar.
Ahora resulta que mientras nos aprestamos para la cita orbital más grande del fútbol a nivel mundial cada cuatro años no podemos olvidar que en Qatar la tutela masculina cercena los derechos de las mujeres.
Pues sí, a los hechos me remito: En el informe de 94 páginas, “‘Everything I Have to Do is Tied to a Man’: Women and Qatar’s Male Guardianship Rules” (“Todo lo que tengo que hacer está ligado a un hombre”: Las mujeres y las normas de tutela masculina en Qatar), se analizan las normas y prácticas oficiales de tutela masculina. Human Rights Watch concluyó que las mujeres en Qatar deben conseguir el permiso de sus tutores masculinos para casarse, estudiar en el extranjero con becas del Gobierno, acceder a muchos empleos gubernamentales, viajar al extranjero hasta cierta edad y recibir algunas formas de atención de la salud reproductiva.
“Este sistema discriminatorio también niega a las mujeres la posibilidad de desempeñarse como tutoras principales de sus hijos e hijas, aunque estén divorciadas y tengan la custodia legal. Las restricciones violan lo establecido en la constitución de Qatar y el derecho internacional”.
¿Así de claro o mejor explicado?. El informe señala que según las leyes qataríes, las mujeres deben obtener el permiso de sus esposos para casarse, independientemente de la edad o de su estado civil anterior.
Una vez casada, se puede considerar que la mujer es “desobediente” si no obtiene el permiso de su esposo antes de trabajar o viajar, o si abandona el hogar o se niega a mantener relaciones sexuales con él sin una razón “legítima”. Los hombres pueden estar casados hasta con cuatro mujeres al mismo tiempo sin necesidad del permiso de un tutor o ni siquiera el de su esposa o sus esposas actuales.
Es mejor parar ahí, no citamos ejemplos de más países, las páginas de este periódico no alcanzarían. Ahora resulta que lo mediático es más fácil de asimilar para lo que conviene, quizá en una sociedad mercantilista es más fácil medir con diferentes varas de acuerdo a nuestras conveniencias y gustos-
La hipocresía y la doble moral a flor de piel. En un año diremos ¡Bienvenidos al Mundial de Fútbol de Qatar 2022!.
