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jueves, diciembre 26, 2024
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    Antoni Josep Salvà: “Ha sido el camino de mi vida. Las cosas ahora las veo diferentes”

    Antoni Josep Salvà (Palma, 1975). Un profesor de música y director coral, aventurero y con energías renovadas tras su experiencia vital en el camino de Santiago.

    Qué mejor ocasión que un año Xacobeo para realizar esta ruta de peregrinación, famosa en el mundo entero, y por la que han pasado millones de personas desde hace centurias. Ha tenido temporadas intermitentes con la bicicleta. Desde pequeño había jugado al fútbol y le gustaba practicar deporte en general, combinándolo con su otra pasión, la música.

    “A través de un amigo empecé a cogerle afición a la bicicleta de montaña. Hace aproximadamente unos 18 años. Pero con mi trabajo en el colegio tenía poco tiempo para dedicarle, aunque en los últimos tres años he tenido más tiempo y me ha servido para ponerme en forma”, comenta Salvà.

    Ese mundo de la bicicleta le sirve para desconectar, “te metes en la montaña, la naturaleza, no escuchas a nadie y es fantástico”. El camino de Santiago requiere de unas razones poderosas, y no son menos las que esgrime Antoni Salvà ya que siempre le había atraído ver cómo personas salían con la bicicleta y hacían rutas largas, aunque no sabía si estaría bien físicamente. Sin embargo era algo que le apetecía muchísimo: salir solo y poder pensar en sus cosas.

    Sin embargo, hubo un hecho que le hizo decantarse por la ruta que termina en la ciudad gallega: “coincidió con que un muy buen amigo sufre una enfermedad muy delicada, él hacía cada año el Camino de Santiago y esta vez no podía hacerlo”. Antoni Josep decidió rendir tributo a su compañero.

    “Cada noche hablábamos y aprovechaba para contarle mis experiencias; una forma de que pudiera vivir el Camino sin estar ahí físicamente, recordando también las etapas que él había hecho en ocasiones anteriores”.

    Antoni Josep Salvà en una señal del Camino de Santiago

    Prosigue: “estamos acostumbrados a ver las imágenes, año tras año de peregrinos que pasan por las diferentes rutas jacobeas a pie, en bicicleta, e incluso a caballo, aunque nuestro protagonista siempre tuvo claro que su idea era hacer el camino entero en bicicleta.

    Añade: “Me lo tomé con calma. Utilizaba las mañanas para hacer las rutas y por las tardes me adentraba en la naturaleza de los diversos rincones que me ofrecía el camino. Desde Roncesvalles a Santiago, unos 760 kilómetros, aunque terminé haciendo veinte más”, comenta este director de coro con espíritu aventurero.

    Antoni Josep Salvà afirma que tuvo asesoramiento de un amigo que ha hecho en varias ocasiones el camino; Comenta que le ayudó a tener documentación, alojamiento, equipación para la bicicleta, entre otras necesidades.

    “La experiencia ha sido muy positiva y me ha venido muy bien en dos sentidos; a nivel deportivo, aunque no era el objetivo principal, pero el empezar en Roncesvalles hasta llegar a Santiago te da una perspectiva muy buena de lo que es la ruta y las diferentes etapas; y el otro, es un camino más espiritual, de interiorizar contigo mismo, encontrar respuestas a aspectos de tu vida y dirigir tu rumbo de los próximos años”, dice Salvà.

    La Ruta Jacobea nunca deja a nadie indiferente, y este director de coro ha visto reflejadas las etapas del camino con diferentes periodos de la vida, que no siempre son iguales.

    Recuerda una frase de un amigo: “el turista viaja, el senderista camina, el peregrino busca”. “Yo me iba a buscar y el camino lo hice como peregrino. Cualquier símbolo que encuentras, mientras vas pedaleando, y como tienes tanto tiempo, piensas y lo relacionas con cosas de tu vida. Al final vuelves con la sensación de que ha sido un proceso de reflexión”, comenta.

    Antoni Josep Salvà en Ponferrada

    Los viajes siempre son sinónimos de anécdotas, e ir hasta Santiago en peregrinación no es menos. “Tengo muchas anécdotas que fui viviendo a lo largo de los doce días que duró mi ruta desde Roncesvalles hasta Santiago, pero la que sin duda me quedó grabada es la de empezar a ver las cúpulas de la Catedral, y llegar a la Plaza del Obradoiro; las palabras no me salían y me emocioné muchísimo. No tanto por el estar allí, ya que habían ido a la ciudad en otras ocasiones, sino lo que había supuesto el camino”.

    “Algo que me causó gracia es que durante la última noche di gracias por haber tenido ningún percance y mañana termino. Al levantarme la mañana siguiente, me encontré la rueda pinchada”, comenta Salvà con una sonrisa por las vivencias que experimentó.

    Otra anécdota es la de un padre y un hijo que se los encontró en varias etapas, aunque no iban al mismo ritmo. El padre tenía unos 70 años y el hijo vivía en Londres, y desde hacía 11 años que estaban haciendo el Camino. El hombre mayor realizaba la peregrinación con una bicicleta eléctrica y su hijo con una de montaña. Pero lo que le impactó más fue que el hijo viviera lejos y tuvieran ese estrecho momento de compartir haciendo la ruta Jacobea. Todo eso le recordó a una experiencia con su padre, por ejemplo “lo importante que es poder disfrutarlos cuando están, y es algo de lo que me he concienciado en los últimos dos años”, afirma.

    Uno de los mensajes de este principiante en lo que al camino de Santiago se refiere es que te debes dejar llevar por las emociones de lo que realmente te gusta hacer. “El camino me ha llevado a ver la vida de otra forma. Ahora veo las cosas desde una perspectiva diferente”, concluye.

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