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sábado, noviembre 23, 2024
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    Una pareja cuenta su aventura para llevar productos a los afectados por la guerra en Ucrania

    Nada más comenzar la invasión de Rusia a Ucrania la pareja de esposos mallorquines, Antonio Vilches y Marisol Ballester emprendieron por su cuenta un viaje solidario a Nowa Sarzyna, Polonia, un pueblo cercano a la frontera con el país eslavo.

    Baleares Sin Fronteras: ¿Cómo empezó esta aventura?

    Antonio Vilches: Comenzó a raíz de ir viendo la televisión. Explotó la noticia y nos quedamos perplejos de la situación que estaban viviendo unas personas que podríamos ser nosotros. Rápidamente surgió la idea de que había que ayudar.

    Hemos llevado unos 10.000-11.000 euros en productos (medicinas, alimentación, ropa, mantas, entre otros). Todo lo que nos llevamos fue comprado en establecimientos de Mallorca.

    La ayuda que veíamos por televisión y en internet de asociaciones como Cruz Roja y otras similares, no lo veíamos de una forma tan directa como que lo hiciéramos nosotros. Por tanto, hablamos con cinco colaboradores, con los que hemos conseguido todo, cargamos una furgoneta y nos pusimos en marcha. Antes, también contactamos con el cónsul de Ucrania en Barcelona, con la Cruz Roja y con un polideportivo (lugar donde están acogiendo a ucranianos. Unos 300 niños y 250 mujeres) de una población polaca fronteriza.

    Solidaridad a flor de piel del matrimonio mallorquín con los ucranianos refugiados en Nowa Sarzyna

    Nos pusimos en marcha en seguida. En una misma semana comprábamos todo lo necesario y embarcábamos hasta Barcelona, para una vez allí, dirigirnos hacia Polonia, concretamente a Nowa Sarzyna. Fue una actuación ‘con el corazón’.

    BSF: ¿Qué pasó una vez que llegaron a Polonia?

    A.V.: Cuando llegamos, por medio del traductor del teléfono móvil, hablamos con ellos para conocer las necesidades que tenían, y sobre todo, nos pidieron más ayuda con ropa de cama. Con lo que les preguntamos que nos acompañaran a algún comercio local para poder comprar todos esos productos.

    Había muchos productos que uno desde aquí no se cree que puedan ser de lo más solicitados, pero fue así. Calcetines, compresas, mantas, toallas, en fin, cosas muy básicas, pero muy necesarias.

    Nosotros les ofrecimos la posibilidad de que cualquier refugiado que tuviera como designación algún punto de España, los llevábamos y nos encargábamos de los gastos de esas personas hasta su destino. Pero lo que nos dijeron es que no querían abandonar una posición cerca de su país, y que ya tenían como lugar designado el polideportivo de Nowa Sarzyna.

    Comprando productos básicos en un supermercado de la localidad de Nowa Sarzyna

    BSF: ¿Qué se encontraron en el polideportivo?

    A.V.: Las personas que estaban en ese recinto eran mujeres, niños y gente con diferentes discapacidades.

    Lo que nos sorprendió era que se dedicaban a realizar redes de camuflaje para el ejército ucraniano. Pasillos con metros y metros de redes, y grupos de personas encargadas de diferentes labores.

    Solo vimos algunas cajas con material de higiene dental, y poco más, ni alimentación ni nada. Pudimos ver caras de sorpresa al llegar con todo el material, sobre todo, ropa de cama, de abrigo, además de comida. Al final es un granito de arena, pero un granito más. Cuando descargamos la furgoneta, la sala principal del polideportivo quedó completamente llena.

    BSF: ¿Cuál fue el recorrido hasta llegar a Nowa Sarzyna?

    A.V.: Fuimos en barco desde Palma hasta Barcelona, de ahí empezamos el camino con la furgoneta pasando por Francia, Alemania, República Checa hasta llegar a Polonia. En total unos 5.600 kilómetros. Cinco días en la carretera.

    BSF: ¿Tienen pensado volver?

    A.V.: Ha sido una idea que ha surgido y que hemos hablado con el grupo de colaboradores, pero sería de otro modo. Es decir, en vez de salir desde Barcelona iríamos en avión hasta Varsovia, alquilaríamos una furgoneta y nos dedicaríamos a cubrir las necesidades exactas que tienen.

    Uno puede pensar que la necesidad principal es la alimentación, pero allí nos dimos cuenta de que lo más urgente era ropa de cama. Tenían a gente durmiendo en el suelo. Y cuando fuimos a comprar todo eso, ellos miraban el precio de todo para que no gastáramos más de lo necesario.

    BSF: ¿Era la primera vez que colaboraban a este nivel?

    A.V.: La verdad es que sí. Habíamos ayudado a alguna iglesia, o a alguna asociación, sobre todo durante esta época del Covid-19, pero no en esta magnitud niveles de ir hasta el sitio, llevar un cargamento de materiales tan grande y también ayuda en destino.

    Nos fuimos sin hoteles y sin nada. Los primeros días dormíamos sentados en la furgoneta. Sí que es verdad que la vuelta ya fue más tranquila y nos fuimos parando, pero fue una auténtica aventura.

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