Hasta que en el 2022 llegó algo que hace mucho tiempo debía haberse dado. Un derecho básico mas no un privilegio. A título personal recibo con beneplácito el anuncio del Gobierno Central de conceder a las empleadas del hogar el subsidio por desempleo. El Consejo de Ministros ha aprobado por Real Decreto Ley unas condiciones laborales que estarán equiparables al resto de trabajadores, según el comunicado de prensa de la Moncloa.
Dada la noticia mediática y las condiciones de este Decreto Ley seguramente será objeto de análisis, la pregunta es cómo serán estas nuevas medidas para un colectivo que en pleno siglo XXI se encuentra en un régimen de absoluta explotación e indefensión.
Desde 1997 que llegué a este país he conocido casos de trabajadoras, la mayoría de ellas de origen inmigrante que han estado en un régimen casi de esclavitud en casas de familia. Asco, simplemente asco se siente al escuchar historias de mujeres que trabajan desde el amanecer hasta altas horas de la noche con sueldos miserables y sin ningún tipo de garantías laborales, antes de seguir también es cierto que hay familias que acogen y respetan los derechos de estas trabajadoras, pero el caso de estas líneas es narrar situaciones injustas vistas por quien lo escribe.
A las cosas hay que llamarlas por su nombre, incluso se dan casos en que los empleadores o empleadoras se niegan a regularizar a estas trabajadoras cuando cumplen los tres años para el arraigo social. Pues no solo la situación de irregularidad de estas personas les ha ahorrado cotizarles a la Seguridad Social, sino que nada más cumplir los años para acceder a los papeles se muestran renuentes a hacerles un contrato de trabajo, y lo peor, es que no dudan en echarlas a la calle sin ningún reparo con el fin de evadir responsabilidades.
Me atrevo a contarlo, conozco muchos casos, sin embargo, temores mal infundados de estar sin papeles hacen que a la hora de denunciar se abstengan. Lo hacen por físico miedo, e incluso, algunas reciben amenazas de sus ex jefes si van a la vía legal. Infortunadamente, muchas de estas trabajadoras desconocen sus derechos y deciden pasar página.
Más allá de ser una ley feminista es una iniciativa justa y necesaria que tenía que darse, entrecomillo estas palabras de Yolanda Díaz: “Esto convierte a España en un país mejor que pone en el centro de su actuación pública el bienestar para las que, hasta el día de hoy, han sido las grandes olvidadas, las mujeres trabajadoras más vulnerables”.
Un colectivo con características singulares: más de un tercio de estas mujeres superan los 55 años, un 44% son extranjeras. Y es que parece increíble que se tenga que esperar tanto tiempo para que los gobiernos de turno reaccionen con el fin de reivindicar los derechos básicos de unas trabajadoras, a mi criterio, que hasta el día de hoy eran prácticamente invisibles, y por consiguiente, vulnerables.
Dicen que nunca es tarde para enmendar los errores, esperemos el desglose de cada uno de los puntos de este Decreto Ley. Una de las novedades será que las personas trabajadoras del hogar tendrán derecho a la prestación contributiva de desempleo y a todas las prestaciones asistenciales vigentes en el ordenamiento jurídico laboral. Será obligatorio cotizar por desempleo y al Fondo de Garantía Salarial (FOGASA) a partir del 1 de octubre, y se garantiza la cobertura indemnizatoria de las trabajadoras en caso de insolvencia del empleador.
La norma protege a estas trabajadoras frente a despidos injustificados y elimina la figura del desestimiento, que es una forma de despido sin causa, en la medida en que no requiere acreditarse. A partir de ahora, también disfrutarán en plena igualdad de los derechos de información sobre sus condiciones laborales.
Seguramente en la otra edición invitaremos a un experto en derecho laboral para que nos haga un análisis de este Decreto Ley. “Enhorabuena a estas mujeres que merecen toda la admiración”.
