Continuamos en el Hotel Sant Valentí Playas de Muro escuchando la historia de superación personal de Moussa Diop, senegalés llegado hace quince años. Recuerda que cuando pisó tierras mallorquinas aún era menor de edad, tenía 7 años. Su progenitor que había emigrado a la isla en 1994 lo reagrupó luego de hacer los respectivos trámites administrativos en extranjería.
Sus primeros trabajos fueron en la construcción y en una lavandería, pero la hostelería ha sido el oficio que más le llamó la atención. Quienes se mueven en el sector elogian las dotes culinarias del joven africano.
“El objetivo que quiero alcanzar apunta a convertirme en uno de los mejores cocineros de Mallorca, pero soy consciente de que debo crecer y aprender sin bajar los brazos”, afirma para luego añadir que desde pequeño se ha sentido muy bien acogido.
En su opinión la diversidad cultural enriquece, pero siempre se debe estar agradecido con la tierra que te abre las puertas. “En este caso se las abrió a mi familia, me siento como un mallorquín más e intento hablar el idioma de aquí”.
El camino hasta ahora se ha abierto, y en esa línea es consciente de que debe ganar más experiencia para seguir escalando peldaños en el área gastronómica. Sin embargo, en estos primeros años sus jefes no paran de elogiarlo por la exquisita sazón que tiene a la hora de preparar un frito mallorquín, cocinar un buen pescado y demás especialidades de la casa.
Moussa, por ahora, agradece la oportunidad que su empresa le ha brindado y espera seguir especializándose en gastronomía internacional, aunque al preguntársele sobre su preferencia, no vacila en afirmar que se decanta por los platos mallorquines.
“La comida de la isla es una de las mejores, lo dicen los entendidos a nivel mundial”.
Respecto al incremento de la llegada de pateras a Mallorca no se muestra indiferente. “La situación es difícil en los países africanos, a la gente le cuesta llegar a las tres comidas diarias, por lo que cientos de familias se lanzan a la aventura de sobrevivir así sea arriesgando su propia vida en una patera, es una realidad difícil que está a la vista de todos y para saber lo que realmente ocurre hay que ir a comprobarlo por nuestros propios ojos”.
Para él, la injusticia social que se vive en parte de África es el desencadenante de que el éxodo de inmigración a Europa no tenga límite.
“Nos duele ver a la distancia a nuestra gente sufriendo, hay familias sumidas en la pobreza absoluta que no tienen para comer”.
de BSF.
