Por CEOE
El IPC subyacente disminuye dos décimas, situando su tasa de variación en el 6,2% interanual en septiembre, bastante alejada del IPC general, lo que estaría reflejando el esfuerzo del tejido productivo, en una situación todavía muy delicada para muchos sectores, para no repercutir todo el aumento de costes en sus precios finales de bienes y servicios.
Hay que tener en cuenta que gran parte del incremento de precios que se observa en muchos componentes del IPC obedece a factores externos a la economía española, como las consecuencias del conflicto bélico y los problemas de suministro. La debilidad del euro es un factor adicional que encarece los bienes importados.
Además, la prolongación de la guerra de Ucrania y las sanciones económicas impuestas a Rusia pueden seguir condicionando la evolución de los precios de algunas materias primas, entre otras, gas, petróleo, cereales o aceites, que a su vez repercuten sobre la composición del precio de otros muchos productos. Por todo ello, la inflación se mantendrá elevada en el corto plazo, aunque seguirá moderándose.
En este contexto, resulta especialmente relevante evitar un escenario en el que los aumentos de los precios y salarios se retroalimenten entre sí, para no producir efectos de segunda ronda que nos lleven a una espiral inflacionista.
En términos de comparación con Europa, el IPCA en septiembre alcanzó una tasa del 9,0%, mientras que en la Unión Monetaria esta tasa se situó en el 10,0%, con lo que el diferencial se torna negativo, con una menor inflación en España.
Entrando en un análisis más desagregado de la inflación, cabe destacar que, dentro del componente subyacente, los precios de los servicios minoran su ritmo interanual en tres décimas hasta el 3,8%; los precios de los bienes industriales sin productos energéticos disminuyen en tres décimas su tasa de variación hasta el 5,3%; y los alimentos con elaboración, bebidas y tabaco aceleran su tasa interanual tres décimas hasta el 12,8%.
Los precios de los alimentos sin elaboración aumentan su tasa de variación interanual en 9 décimas hasta el 13,8%. Destaca el incremento de los precios de productos tan básicos como los cereales, la leche o los huevos, todos ellos con crecimientos por encima del 20%. Prácticamente la totalidad de las rúbricas de alimentos registran tasas superiores al 10%.
Los precios de los productos energéticos moderaron significativamente su tasa interanual hasta el 22,4%, frente al 37,4% de agosto, debido al menor aumento del precio de las materias primas energéticas. El precio del petróleo descendió en septiembre por el miedo a una desaceleración del crecimiento mundial. El crudo Brent se situó en 95 dólares/barril, un descenso del 9,4% con respecto a agosto, aunque en términos interanuales aumentó un 27,6%. Este incremento fue más significativo en la Eurozona, un 51,7% frente a los precios de hace un año, debido a la debilidad del euro frente al dólar.
En los primeros días de octubre el precio del petróleo presenta una notable volatilidad, por los bajos niveles de inventarios de diésel, que presionan el precio al alza, frente al miedo a la desaceleración de la actividad, que supondría menor demanda de crudo. De momento, el precio promedio del Brent en octubre es de 98,6 dólares/barril, lo que implicaría un encarecimiento del 17,6% en dólares y del 37,8% en euros frente a la situación de un año atrás. De este modo, el petróleo seguirá presionando al alza la inflación, aunque en menor medida que en meses anteriores.