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domingo, diciembre 22, 2024
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    Editorial 421: La exclusión social es algo que nos atañe a todos, no es cuestión de competencias políticas

    Hay casos que inexorablemente no podemos eludir, sacarles el cuerpo, escaquearse o escabullirse. Para que se entienda más claro, hay situaciones que creemos no nos va afectar para nada en el diario quehacer, pero al final sí que resultan repercutiéndonos directa o indirectamente.

    Una de las virtudes prosaicas de los altos cargos apunta a quedar políticamente correctos frente a asuntos que suelen ser incómodos o preguntas que no resultan fáciles de responder ante la complejidad de la temática.

    El tema migratorio en todos los lugares siempre generará opiniones encontradas, pero lo que es innegable -siempre lo diré- es que el mundo está cada vez más abierto, plural y multicultural. Véase el reciente ejemplo del Mundial de Qatar, considerado como la cita orbital de la inmigración por la mezcla de culturas en las diferentes selecciones europeas, no solo la francesa.

    Además, en lugares estratégicos como Baleares donde confluyen decenas de culturas -en Palma hay más de 120 nacionalidades- es imposible dejar de hablar de inmigración y de las connotaciones sociales que tienen que afrontar a la hora de hablar de desafíos y retos sociales, especialmente cuando comienza la cuenta atrás para las elecciones autonómicas y municipales en mayo de 2023.

    En este cuatrienio me parece que los partidos le madrugaron a las campañas políticas antes de finalizar este año -al momento de este escrito faltaban dos días para la caducidad del 2022- y es el momento en que cada partido debe tomar nota de lo que está sucediendo en esta comunidad autónoma.

    Si bien el Govern balear y los ayuntamientos no tienen competencias en materia de extranjería, es muy necesario para garantizar el estado de bienestar de la ciudadanía no desentenderse de coyunturas que ponen al borde de la vulnerabilidad social a sus residentes.

    En esa línea, el pasado 20 de diciembre aproveché la ocasión de la celebración del Día Internacional del Inmigrante en el salón de actos de la ONCE, para recordarle en mi intervención pública a la presidenta de esta comunidad autónoma, Francina Armengol y al alcalde de Palma, José Hila, el penoso drama que viven centenares de personas que tienen una oferta de trabajo en mano para cotizar a la Seguridad Social y tributar al fisco, pero no lo hacen por un alud de retrasos y atascos burocráticos que vive la Oficina de Extranjería de Palma en donde los funcionarios hacen lo que está al alcance de sus manos y lo que el sistema le permite hacer en medio de las limitaciones.

    Por otra parte, al hablar de gente indocumentada, irremediablemente se nos viene a la mente la cantidad de personas engañadas por las mafias, que en busca de una mejor vida llegan a diario a las costas de Baleares. El 28 de diciembre, ojo al dato, en un día habían desembarcado 148 magrebís para contabilizar un total de 2748 a lo largo de 2022 y las previsiones marcan tendencias al alza para el año que estamos a punto de estrenar.

    Por esas dos principales razones, aunque hay otras más, no podría extenderme porque me pasaría de líneas, es que las autoridades locales no pueden mirar para otro lado ante problemas tangibles que afectan el estado de bienestar de la gente, la sana convivencia y sobre todo, aquel estigma de que la inmigración es sinónimo de problemas, pues este mismo fenómeno lo seguirán sufriendo otras sociedades donde la gente del tercer mundo pondrá en su punto de mira destinos atractivos para comenzar de cero.

    Los partidos políticos se enfrentan a esta situación a la que deben desde ya darle prioridad, y la prioridad apunta a abrir frentes alternativos con el tejido asociativo. Es inaudito, no lo digo por primera vez, que en una comunidad autónoma en la que el total de la población, el 25% es de origen inmigrante, no exista una dirección general de inmigración o un área especializada para comenzar a trabajar por la cohesión social mediante la creación de proyectos y estrategias de trabajo, incluso presionando a Madrid en el caso de los problemas de extranjería, para hacerle frente a un alud de una realidad social que está a la salida de nuestra casa o en las propias calles de referencia de la Isla.

    Feliz entrada de 2023, felicidad y triunfos.

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