Por Rebeca López Maldonado
Psicóloga Col.: B-1213
Contacto: +34 619 037 019
Las relaciones interculturales es el proceso de comunicación e interacción entre personas y grupos humanos donde se concibe que ningún grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas.
Sin embargo, ciertos fenómenos de gran actualidad como el terrorismo yihadista, el actual conflicto en Ucrania, o la persistencia del racismo y el sexismo en nuestra sociedad suelen resultar profundamente desconcertantes.
Es una realidad caracterizada por una inmensa complejidad social y cultural y, si realmente queremos alcanzar a comprender ciertos fenómenos y comportamientos, debemos ir superando las ideas simplistas, dejar atrás las explicaciones parciales y reduccionistas, y realizar análisis psicosociales que puedan revelar claves útiles para el cambio.
La percepción que tenemos de los distintos grupos sociales va a depender en gran medida de cómo evaluamos a dichos grupos en las dimensiones de moralidad, sociabilidad y competencia:
– La moralidad se refiere a las metas morales del objetivo social y a los perjuicios o beneficios que puedan ocasionar esas metas en términos de daño o bienestar para el propio grupo.
– La sociabilidad está definida por las metas de cooperación, reciprocidad y/o creación de las relaciones con otros.
– La competencia está relacionada con la eficiencia de la persona evaluada para conseguir las metas que se proponga.
deconstruir imágenes más realistas, así como discernir y comprender los patrones morales del exogrupo, puede contribuir a una mejora de las relaciones interculturales y una convivencia enriquecedora
La información relacionada con la moralidad se percibe como más fiable y objetiva. Concretamente en España se ha confirmado el importante papel diagnóstico de la dimensión de moralidad en la percepción de diferentes grupos inmigrantes, encontrando que marroquíes, rumanos y ecuatorianos eran valorados de forma significativamente diferente especialmente en esta dimensión. Invitamos a nuestros lectores a que piensen en el estereotipo de gitano, científico, ama de casa o político y evalúen cada grupo según estas dimensiones.
En principio, les tendría que resultar una tarea fácil.
En definitiva, la información reflejada en el contenido de los estereotipos contribuirá a la generación de evaluaciones más matizadas asociadas a reacciones emocionales más específicas y compartidas endogrupalmente (por el grupo al que pertenecemos o con el que nos sentimos identificados) como por ejemplo admiración, desprecio, envidia, o pena (entre otras), y que a su vez, predecirán comportamientos intergrupales más específicos.
En líneas generales, las intervenciones psicosociales dirigidas a mejorar las relaciones intergrupales deberían tener en consideración las evaluaciones intergrupales y percepciones sociales, especialmente las referidas a las características morales del exogrupo (grupo social del que no formamos parte o con el que no nos identificamos, “los otros”).
Sabemos que cuando una persona es consciente de que va a realizar una evaluación moral, las evaluaciones son más rápidas, más extremas y se asocian más con normas universales.
Por ello, deconstruir imágenes más realistas, así como discernir y comprenderlos patrones morales del exogrupo, puede contribuir a una mejora de las relaciones interculturales y una convivencia enriquecedora.