Apatía, indiferencia o pasotismo. Llámelo como usted quiera, pero estamos en un momento crucial en el que se debe ejercer el derecho al voto. El próximo 28 de mayo nuestras Islas Baleares se juegan su presente y su futuro. El derecho a elegir a nuestros gobernantes es un privilegio de la divina a democracia que no podemos desperdiciar, por lo tanto no debemos mirar de reojo las decisiones que nos puedan afectar directamente. No solo es el derecho a elegir, sino a pedir cuentas a quienes por estas épocas con sus promesas electorales se sacan de la manga las soluciones a los problemas que nos afectan en el día a día.
En el caso de los no nacidos en España, pero que tenemos derecho al voto es una oportunidad única para no solo demostrar que nos importa e interesa la sociedad que nos acoge, sino una forma de entender que estamos arraigados socialmente a la cultura receptora de Baleares.
No es perder la identidad o renunciar a las raíces, simplemente es un llamado a ser conscientes de que -como en nuestros países de origen- accedemos a los servicios que nos ofrece un Estado de Derecho. La educación, la sanidad, el transporte público, las infraestructuras no son cosa de quienes nos gobiernan, es algo que nos atañe a todos.
Quienes hemos echado raíces en España, en este caso los nacionalizados y los residentes originarios con cinco años con residencia ininterrumpida de países con los que España tiene convenio bilateral de voto, debemos hacer valer este derecho.
Resulta preocupante -lo digo con respeto- que personas que llegan a las Islas no tengan idea quienes nos gobiernan, desconozcan el nombre de la presidenta del Govern balear, o no les interese saber el nombre del alcalde o alcaldesa del municipio donde residen. A partir del conocimiento y del interés que se muestre por asuntos que sobre la teoría no parecen relevantes comienza el verdadero proceso de un verdadero arraigo.
Integrarse, a mi criterio es una palabra que se puede utilizar en varios contextos, pero el arraigo es algo que nos puede conducir al camino del éxito o a la senda del fracaso. El buen arraigo viene cargado de conocimiento, y éste a su vez nos lleva a los linderos del progreso y bienestar.
Desentenderse de temas que repercuten en nuestro diario quehacer es permitir que los demás decidan por nosotros. Además, como factor añadido es necesario que la sociedad que nos acoge y los propios políticos sepan el verdadero peso de esa gran parte de la población migrada a las Islas que puede votar este 28 de mayo.
La excelsa inmigración no necesita discursos paternalistas, estigmatizaciones cargadas de mensajes negativos, ni mucho menos ser constante protagonista de las páginas de sucesos de los periódicos.
Usted que ha llegado a aportar con su trabajo a la economía de las Islas también forma parte de un sistema que decidirá dentro de pocos días, quiénes nos gobernarán en el próximo cuatrienio en esta comunidad autónoma, ayuntamientos y consells insulares.
El voto inmigrante -siempre lo he dicho- a tenor de las estadísticas de que casi la cuarta de la población de Baleares es de origen extranjero- puede desequilibrar la balanza. Por un momento debemos reflexionar sobre el deficiente funcionamiento de la oficina de extranjeros por la falta de personal. El mirar para otro lado y hacerse el desentendido este 28 de mayo o en las elecciones generales podría repercutir en una reagrupación familiar que usted vaya a realizar, la renovación de sus papeles, el canje de un carnet de conducir o la homologación de un título desde su país de origen.
Muchos más ejemplos podría citar, por eso hoy más que nunca -reitero- los inmigrantes nacionalizados o por residencia que estén facultados para elegir en las urnas no tendrían que dudar en participar en la cita con la democracia este 28 de mayo en Baleares. No es cuestión de política, es un deber consigo mismo y un reto para demostrarnos a nosotros mismos que el verdadero arraigo se pone de manifiesto en circunstancias en las que tenemos la oportunidad de decidir eligiendo con el voto a nuestros próximos gobernantes.