Todos los informativos hicieron eco esta semana del vil asesinato en Quito del candidato a la presidencia, Fernando Villavicencio. He echado un vistazo a su trayectoria, y haciendo gala a su profesión de periodista, como debe ser, no tenía pelos en la lengua para decir lo que pensaba, era un tipo frentero declarando la guerra abierta al narcotráfico y a la corrupción.
Y es que definitivamente, no cabe duda que los tentáculos del crimen organizado siguen enquistados en gran parte de los países latinoamericanos en connivencia con un sector de la clase política, y que no se señale a México y Colombia como los únicos dos países en los que las mafias campan a sus anchas y la impunidad es la reina madre de sistemas sociales en los que la justicia brilla por su ausencia.
Obviamente, Villavicencio había recibido amenazas de muerte que se cumplieron el pasado 9 de agosto a la salida de un mitin político en circunstancias extrañas en el que su esquema de seguridad cometió crasos errores dejando a merced de los sicarios al candidato.
Me ha llamado la atención que mientras el Presidente, Guillermo Lasso confirmaba que el proceso electoral seguiría su curso normal para elegir al próximo presidente el 20 de agosto, Verónica Sarauz, esposa de Villavicencio, en medio de su dolor e impotencia hacía un llamado a una guerra civil en el país sudamericano.
Para nadie es un secreto que Ecuador está viviendo una de las peores crisis de su historia. Cualquier parecido con Colombia años atrás no es coincidencia con los coches bombas del narcotráfico.
Preocupantes las palabras de Villavicencio en una de las últimas entrevistas antes de su asesinato: “Ecuador está secuestrado por la minería ilegal, el narcotráfico y la corrupción”.
Y más preocupante aún es el presente y futuro que le espera a los ecuatorianos ante el inminente aumento del índice de violencia, tal y como lo señalan los informes.
Las cifras son escandalosas: Ecuador cerró 2022 con la mayor tasa de muertes violentas de su historia, al registrar 25,32 por cada 100.000 habitantes, la gran mayoría asociada, según el Gobierno, al crimen organizado y al narcotráfico, que ha ganado fuerza en la costa y ha convertido a los puertos en grandes trampolines para la cocaína que llega a Europa y Norteamérica.
¡Gran trabajo del consulado!
En otro orden de ideas, pero hablando del mismo país, desde este periódico reconocemos el buen trabajo que está realizando el Consulado de Ecuador en Palma y el CNE en la asesoría que le están prestando a sus connacionales de Baleares para que ejerzan su derecho al voto telemático el próximo 20 de agosto en las elecciones anticipadas para presidente de ese país.
Un gran trabajo de difusión en el que se están movilizando todos los funcionarios liderados por el cónsul, Julio César Lalama y una brigada del CNE.
También observamos a través de las redes sociales a empresarios y ciudadanos de a pie llamando a ejercer este sagrado derecho al voto. Siempre he sido un exiguo defensor del derecho al voto para poder exigir a los gobernantes resultados sea cual sea el país en el que residamos. En este caso y por el caos social y político en el que se encuentra Ecuador en estos momentos, hoy más que nunca no se puede mirar para otro lado ni ser indiferente en este decisivo proceso electoral.
