Por Ivis Acosta Ferrer
Las añoradas vacaciones escolares, no por esperadas dejan de constituir un serio dolor de cabeza para muchos padres y madres que no tienen suficiente soporte económico y humano en sus hogares para cuidar de sus pequeños. Esto lleva a muchos a recurrir a complicadas soluciones y fórmulas mágicas para no perder sus trabajos y aún así poder brindar el debido cuidado y atenciones a sus descendientes.
En las islas, la estacionalidad complica las cosas, ya que la temporada turística coincide con el descanso de los colegios. Los inmigrantes, como la mayoría de los residentes en Baleares, suelen depender del turismo como fuente de empleo, pero a diferencia de los nativos, en muchos casos la falta de apoyo familiar hace de la época estival un auténtico quebradero de cabeza.
Las soluciones a este problema van desde mandar a los hijos a sus países de origen, en los casos en que la situación económica y familiar lo permita, mientras que otros que carecen de esta posibilidad, acuden a los campus y campamentos de verano que, en su mayoría, resultan caros y con horarios insuficientes.
Por estas y otras razones, la mayoría de las veces relacionadas con el dinero, no faltan quienes dejan los menores en casa, al cuidado de hermanos mayores o de terceros, incluso sirviéndose de la tecnología de video-vigilancia para seguir sus pasos.
Por la importancia del tema en cuestión, BSF dialogó con varias madres y padres trabajadores para ver cómo llevan las vacaciones de sus hijos, entre otras cosas para hacer un llamamiento a las instituciones para contribuir a aliviar la tensión de las vacaciones en las familias.
Victoria, inglesa, una madre completamente sola: “En mi familia no esperamos con ansias las vacaciones”
“Victoria, inglesa y madre soltera aquí en Mallorca. Con muy poca ayuda financiera y nada de otro tipo de apoyo, por lo cual hace de todo para sobrevivir junto con su hijo carente de otra ayuda física, emocional, ni para cualquier cosa que necesite.
Prosigue: “Hay muchas escuelas de verano aquí en Mallorca, pero las opciones se reducen si necesitas un horario o una ubicación en particular. Entonces, por ejemplo, si no conduces o no tienes automóvil y estás restringido al transporte público y tienes que estar a una hora determinada en el trabajo, tienes que comenzar a trabajar a las nueve y terminar a las seis de la tarde, es muy difícil porque la mayoría de las escuelas de verano son de nueve de la mañana a dos o tres de la tarde, creo que sólo hay uno o dos centros abiertos hasta las cinco y media de la tarde”.
Dice que “cuando tienes que ir de tu trabajo a recoger a tu hijo y también al revés en la mañana, a dejarlo, y seguir con tiempo para ir a trabajar, resulta extremadamente difícil”.
Otra cosa que lo hace muy difícil- comenta- es que estas escuelas de verano son extremadamente caras aunque haya alguna de ayuda. Supuestamente las hay si se encuentra un lugar disponible en una escuela de verano, pero conseguir cupos es casi una utopía. Concluye subrayando que su familia no espera con ansias las vacaciones. Es un estrés extremo para nada divertido.
Loli, valenciana, trabaja en una tienda y es madre soltera de dos hijos “El verano se hace largo”
Reside en Mallorca, originaria de Valencia. “El tema de las escuelas de verano con los niños, es muy complejo para madres trabajadoras que no somos de aquí y no tenemos ayuda de ningún tipo. Sin familia es complicado. Los veranos se hacen largos, las vacaciones son muy extensas y obviamente es temporada alta en la Isla, así que tenemos que aprovechar para trabajar”. “Personalmente trabajo muchas horas diarias, seis días a la semana, con solo los domingos libres.
En anteriores años he tenido que contratar, escoleta matinera, comedor y niñera por la tarde. Llego a las siete a casa. Tengo dos hijos, y ahora que uno de ellos es más grande se queda en casa con la pequeña por la tarde, pese a que ella va a un campus en la mañana”.
Loli se queja por tener escasas posibilidades para elegir y todo es demasiado caro para los bolsillos como el de ella. Una madre soltera y trabajadora que no recibe ningún tipo de ayuda.
Lili, mexicana, madre de dos hijas, vive con su esposo, inglés y no tienen más familia en Mallorca “No te puedes partir en mil”
Lili Resendiz, originaria de Querétaro, México. Reside hace 11 años en la Isla. Es madre de dos hijas y su esposo es de nacionalidad inglesa. Ninguno de los dos tiene familia en Mallorca. Ella se vio en obligación de interrumpir su carrera cuando nació su hija.
“No podía trabajar por falta de una persona que cuidara a mi hija. En mi condición de residente no recibía las ayudas de la administración. Así que no tuve otra opción que matricular a mis hijas en un colegio privado, teniendo en cuenta que las escuelas de verano aquí terminan muy temprano, entre las 13:00 y las 14:00 horas y a las clases extraescolares hay que llevar a los niños por tu cuenta”.
Manifiesta que el verano pasado, afortunadamente, su hija mayor, que estudia en una universidad fuera de Mallorca, tenía vacaciones y pudo hacerse cargo de la pequeña. Aún así, también tuvo que pagar parte de lo que ganaba para matricular a su hija a un campamento de verano por un mes, “algo que es caótico porque dejas al niño en el colegio y después lo recoges muy temprano. Porque por lo regular los campamentos se terminan rápido”.
Y a pesar de haber encontrado un trabajo con el cual contó con mucha suerte, que era a tiempo parcial, salía a las 15:30, corría a recoger a su hija y proseguía su labor desde la casa hasta las cinco.
Ante esta situación cuestiona esta difícil realidad: “¿Qué pasa?
No te puedes partir en mil pedazos. Ir por la niña que sale a las tres del campamento de verano o pagar extra tiempo para que salga a las cinco con comida y tal, representa la mitad del sueldo para empezar”.
Cuenta que este verano su hija mayor está trabajando y haciendo prácticas, por lo que es imposible que cuide a la pequeña.
Se pregunta: ¿qué hacer? Toda la familia trabaja. “¿quién cuida a mi hija que, aunque tenga 10 años, todavía no se puede quedar sola en casa mientras su padre, hermana y yo trabajamos en otro lado”.
En esa línea, reprocha la falta de apoyo del gobierno para los padres en general, “solo tienes que meterlos a un campamento de verano que te va a costar. Y aún así, los horarios para una madre trabajadora son muy complicados porque aunque empecemos a las 8:30 o las 9:00, vienes a terminar a las 20h. Me vi en la penosa obligación de rechazar un trabajo porque tenía que los horarios eran de 8:30 h a 17:00 h de la tarde y mi hija sale del colegio a las 3:40 h, ¿qué hago? ¿La dejo más de una hora afuera del colegio mientras termino mi horario laboral?”.
Describe la otra realidad: “Una canguro te cobra mínimo 10 o 15 euros la hora, más la gasolina que tenga que gastar cuando va a por tus hijos. Si haces cuentas y los sueldos de aquí son miserables, te dejas la mitad del dinero por alguien que se haga cargo de tus hijos”.
A Lili le parece caótico. La realidad del día a día la deja con las manos atadas para poder desarrollarse como madre y trabajadora en el mercado laboral.
“Estoy buscando un trabajo, pero para mí tiene que ser a tiempo parcial. No puedo hacerlo a jornada completa porque no tengo dónde o con quién dejar a mi hija. Nadie que vaya por ella al colegio y porque es una niña que no la voy a exponer a peligros”, advierte.
Elisa, francesa, divorciada en régimen de custodia compartida “El verano cuesta un dineral”
“Es un gran tema lo que estamos comentando, al menos cada año ha ido cambiando, nos hemos ido adaptando a esto, digamos que mi hijo en años anteriores siempre iba a escuelas de verano. Él iba siempre a los campamentos y nos costaba el verano un dineral”.
Prosigue: “Todo en esta época está saturado, es un quebradero de cabeza para los padres de familia. Lo inscribíamos siempre en escuelas de verano, pero en definitiva se hace difícil para mí y su padre. Tenemos que trabajar. Lo único que me apetece ahora mismo es que vuelva al cole, eso estaría muy bien”, manifiesta esta madre de origen francés.