No todo es color de rosa cuando se emigra a otro país, y menos en el momento en que alguien nos pinta pajaritos en el aire con la ley del mínimo esfuerzo. Siempre he pensado que las cosas fáciles terminan convirtiéndose en realidades dantescas.
Me refiero específicamente a las mujeres- muchas de ellas- jóvenes, que son engañadas por los traficantes de seres humanos. Es un problema que está ahí y que, aunque nuestra especialidad no apunta a las noticias de sucesos, por obvias razones toca directamente a la inmigración.
En estos días nos hemos enterado del aumento considerable de casos de jovencitas que llegan desde Latinoamérica en busca del sueño europeo. Un sueño que finalmente termina en una pesadilla mortal sin contar los efectos colaterales para las familias en los países de origen y el trauma que para siempre truncará la vida de esas personas.
Recordamos que el pasado 23 de septiembre fue el Día Internacional Contra el Tráfico de Personas. Sin embargo, es alarmante como el engaño sigue estando a la orden del día, pero es más preocupante la actitud de los mayores, en este caso de padres y madres de familia que viendo el peligro al que se exponen sus hijas las dejan emprender el camino al precipicio.
Gracias a profesionales que trabajan en estos temas, muchos de ellos personas de gran corazón, me he enterado de verdaderos dramas humanos que acaban de la peor forma. Jovencitas que caen en la trampa de organizaciones criminales que las traen a Europa con engaños para luego introducirlas en el mundo de la prostitución.
De este modus operandi, incluso forman parte amigas o conocidos del pasado, que las convencen de viajar a Europa, generalmente escogen lugares en donde el turismo sexual está a la orden del día. Y por supuesto el mediterráneo balear está dentro de las preferencias de estas bandas criminales.
He conocido de cerca casos de mujeres jóvenes que nada más llegar a España son reclutadas por estas mafias de personas que las utilizan para la explotación sexual, y una vez metidas en la boca del lobo poco se puede hacer para salir de ese infierno.
Estas personas víctimas del TFES experimentan una situación y desprotección de vulnerabilidad extrema. Están sometidas a experiencias traumáticas debido a la comercialización y explotación sexual, lo que impacta de forma profunda en sus vidas.
En el peor de los casos, lo afirmo con conocimiento de causa, estas mujeres que emprenden la aventura europea han sido asesinadas por estas organizaciones criminales que no tienen ningún tipo de miramiento a la hora de someterlas a situaciones deleznables que nadie merece.
El desenlace final no llega con la explotación de estas jóvenes sino también el efecto colateral que sufren los propios padres que tienen que soportar una verdadera pesadilla en sus países de origen.
Otros perfiles
En otros contextos, de acuerdo al informe del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, el 98% de las mujeres traficadas es de nacionalidad extracomunitaria. Provienen, fundamentalmente, de cuatro países: Colombia, Nigeria, China y Brasil. La nacionalidad tampoco varía respecto al año anterior, de un año a otro lo que podemos observar es que encabeza la lista uno u otro, pero se mantienen los cuatro países. La edad media es de 34,6 años, principalmente tienen estudios secundarios o primarios, aunque la mayoría no los tiene homologados, lo que repercute en las posibilidades y salidas laborales.
En cuanto a responsabilidades familiares, la mitad de las mujeres traficadas tienen personas que dependen de ellas. El 63% tiene al menos a una persona a cargo, esta cifra también ha aumentado respecto al año anterior que se situaba en un 51%. 6 de cada 10 mujeres traficadas se encuentran en situación irregular y el 16% no dispone de tarjeta sanitaria.
En resumen, indefensión absoluta y una realidad que va en aumento con casos detectados desde diferentes escenarios bajo la mirada impávida de los gobiernos de los países desde donde emigran estas mujeres, a mi criterio una lacra social contra la que se debe seguir luchando sin tregua.
