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sábado, diciembre 21, 2024
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    El pequeño, cuya causa se hizo viral en las redes, ha perdido la batalla contra el cáncer este 31 de octubre

    Por Ivis Acosta

    Tenía diez años, se llamaba Ian, un nombre que se convirtió en sinónimo de resistencia, la de su joven cuerpo por permanecer entre los vivos contra todo pronóstico; la de unos padres que lucharon a brazo partido por hacer su enfermedad más llevadera, llegando a organizar una campaña de recaudación muy extensa de la que se hicieron eco varios medios de comunicación y personalidades famosas como el futbolista Gerard Piqué, o los influencers TheGrefG o Ibai Llanos, entre otras figuras mediáticas que se solidarizaron con la causa del pequeño.

    Ian fue diagnosticado en el año 2019 cuando contaba apenas con seis añitos de Displasia desmoplásica –un tipo de cáncer raro y agresivo del cual no se sabía demasiado, desde entonces comenzó su peregrinaje por hospitales, a la búsqueda del mejor tratamiento -sus padres nunca se conformaron con las expectativas de vida que les ofrecían –muy bajas, a priori y decidieron investigar por su cuenta y tratar de hallar los últimos avances científicos a nivel internacional en cuanto a este tipo de cáncer.

    Su madre, Inmaculada Omiste publicó en Amazon un cuento infantil que fue número uno en ventas y cuya recaudación fue a parar al departamento de oncología del hospital Vall de Hebrón -el instituto español que centraliza las investigaciones sobre la Displasia desmoplásica-.

    El mundo se les quedaba corto para desplegar todo el amor que sentían por su pequeño, por ello, agotadas las posibilidades dentro del marco de la sanidad pública española, donde, se le realizó una pionera operación de quimioterapia, lanzaron la mencionada campaña de crowfunding, con la cual lograron recaudar una cantidad que les permitió acceder a clínicas privadas como la Ruber o una clínica en Alemania donde le realizaron un costosísimo tratamiento de vacunas personalizadas que logró prolongar su esperanza de vida varios meses más allá de lo que le diagnosticaban tanto en España como en el Reino Unido.

    Sin embargo la ciencia, aún la privada, no logró paliar las secuelas de los tratamientos, y el joven Ian comenzó a acusar problemas en sus órganos internos a consecuencia de las reiteradas intervenciones a que fue sometido durante los cuatro años que duró su calvario. En este punto, la abnegada y positiva actitud de los padres, chocó contra un muro de imponderables que los dejaron desarmados en su lucha contra el flagelo, un mal que, aún sin ser hereditario, ya antes había superado la madre.

    El caso de Ian se convirtió en un tema mediático, por gracia de un tuit de su padre, Jordi Chaves, que se volvió viral, afortunadamente para el menor; sin embargo, en el transcurso de su evolución, pasó de la inocencia infantil a ser un preadolescente consciente de su enfermedad y con una nobleza y un saber estar a prueba de balas.

    Su personalidad amable despertaba simpatías allí donde iba. Ian sabía ser amigo de sus amigos, era un niño normal que vivía una vida tan normal como podía junto a sus padres y su hermanito menor. Como cualquier hijo de vecino era amante del fútbol, de los videojuegos que compartía con los amigos de su antiguo colegio, y sobre todo tenía buen carácter, y aún en los momentos más duros nunca perdió su característica dulzura. Fue todo un ejemplo de coraje y entereza, como sus padres, de ahí que, junto con sus padres coleccionase legiones de seguidores hacia su causa. Y aunque perdió la carrera contra el cáncer, no perdió la carrera contra la vida pues en sus apenas diez años supo comprender las cosas que de verdad importan. Hoy el cielo cuenta con una estrella más, el pequeño Ian.

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