Por Ivis Acosta Ferrer
El Operativo Redmi llevado a cabo hace poco más de una semana en Mallorca dejó al descubierto lo que era un secreto a voces: en la isla operan mafias que trafican con mujeres asiáticas –mayormente de China- para prostituirlas en locales de alterne y viviendas encubiertas.
Ya lo sugería el informe estadístico “Tráfico humano y prostitución en Palma” correspondiente a 2022 llevado a cabo por el departamento de Igualdad del Ayuntamiento de Palma, el cual señalaba la inmigración china –y los locales de masaje que tanto han florecido- como una de las principales fuentes de tráfico humano con fines de explotación sexual, de hecho en internet no es difícil encontrar anuncios de “masajes con final feliz”.
Ante esta situación, más de uno se cuestionará lo ambiguo de las leyes que permiten que estos locales funcionen bajo el paraguas de la libertad del ejercicio de su actividad comercial mientras se sospecha que en su interior se puede estar vulnerando los derechos de un ser humano.
La explicación que han dado las autoridades es la gran complejidad de la investigación por causa del hermetismo de la comunidad y su reticencia para colaborar por miedo a represalias de las mafias. Y a falta de pruebas, los clientes, en su gran mayoría turistas del sexo masculino seguían llegando por cientos de miles a este negocio que se estima mueve en Palma un promedio de 41 millones de euros anuales.
Otro punto a salvar es el uso de Internet y las redes sociales, que han permitido el fenómeno de la deslocalización: en el 2022 según el citado informe se elevó hasta un 52% (el triple con respecto al año anterior) de mujeres explotadas en pisos y casas privadas. Los típicos clubes de alterne, por lo general más controlados por las autoridades, han perdido clientela, ya que el cliente de prostitución tiene en su móvil toda la información que necesita y por si fuera poco, las mafias suelen ir moviendo a sus víctimas de un sitio a otro con el fin de evitar su identificación por parte de la policía.
España es uno de los países con mayor número de proxenetas y las Islas, con su auge turístico, centraliza un volumen importante de esta lacra social, ante la cual es necesario tomar medidas y denunciar. Las vidas de muchas víctimas están en juego.