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lunes, diciembre 23, 2024
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    Los hijos de los migrantes: semillas del azar

    Por Ivis Acosta Ferrer

    Agustina Balaguer Ferrario: “el catalán es una barrera que, a veces, separa”.

    Nació en Mallorca en 2004 en el seno de una familia de argentinos llegados a la Isla apenas dos años antes. A día de hoy esta joven estudiante de Administración y Dirección de Empresas en la UIB compagina sus estudios con un trabajo de promotora comercial y se encuentra completamente integrada en la sociedad mallorquina, donde se considera una más, salvo en situaciones relacionadas con el catalán en las que alguna vez se ha sentido excluida al no ser este idioma su lengua materna.

    “Sé hablar catalán, tengo el C1, me lo saqué en bachillerato, pero no lo hablo en mi día a día, no lo uso excepto que sea estrictamente necesario. Hay situaciones en las que conoces a gente que te habla en catalán, sobre todo en la universidad, tú hablas castellano, dices que eres de Palma.

    El catalán es una barrera que, a veces, separa. Aprendí a hablarlo bien a los diez años, porque de pequeña no me hablaban mis padres y mis amigos eran todos hijos de inmigrantes. En el colegio aprendí lo teórico, pero me lancé a hablarlo ya muy mayor”.

    A la pregunta de si se siente diferente por venir de una familia de extranjeros, Agustina considera que pese a su timidez, su carácter es un poco más abierto que el de los mallorquines: “la cultura de mis padres es diferente por la parte cultural, la educación… por ejemplo, yo entro a un sitio y siempre saludo: “Hola, buenas tardes”. O el concepto del ahorro y el cuidado del dinero lo tengo más de Argentina, donde cuesta más conseguirlo, la situación es más precaria, entonces, se valora más. No es lo mismo comprarse un par de zapatillas para un argentino, o en mi caso, hija de argentinos, que para un nativo. Para mí es más difícil”.

    Al preguntarle sobre qué cosas de la cultura de sus padres le gustan más, Agustina opina que “la cercanía en general, por ejemplo, mis padres con mis amigas, sobre todo mi madre. Cuando vienen amigas a casa, es muy diferente a si yo voy a casa de una amiga. Mi madre es mucho más cercana. Tal vez me cuesta diferenciar si se trata de una característica argentina, o si estoy generalizando algo puntual de la gente con la que yo me he relacionado”.

    En cuanto a los tópicos reconoce que nadie de su familia cercana baila el tango, sin embargo en cuanto a la comida sí encuentra diferencias: “mis amigas no comen carne todos los días, pero en mi casa comemos cada día carne, pollo u otra proteína con un acompañamiento, aquí se come más ensalada. La carne aquí está mucho más restringida que en Argentina”.

    Adrien Budai: “De aquí no me muevo por nada del mundo”

    Esta joven de ascendencia húngara llegó con sus padres a Mallorca cuando era un bebé de apenas medio año.

    A su padre lo llamaron para trabajar en la Orquesta Sinfónica de Baleares donde hacía falta un músico que tocase la trompa. Tras 33 años viviendo en la isla Adrien se siente de aquí: “allí voy de vacaciones. De allí conservo mi idioma, la sangre, la cultura y la comida -porque en casa como comida de allá, y en la calle, de aquí-, pero mi madre aún cocina cada día comida de allí.

    Sobre el idioma catalán Adrien comenta que lo entiende y lo habla si hace falta, pero no es una lengua que le guste. En cuanto a lo profesional cuenta: “he trabajado de camarera toda mi vida, de bodas, restaurantes, cafeterías, desde los dieciséis que salí del colegio hasta hace poco. Posteriormente entré en el mundo comercial y estuve de promotora primero, y luego de coordinadora. Llegué a ser la mejor promotora de España trabajando en Estancos. Luego como coordinadora llevé un buen equipo, también referente a Estancos, y luego acabé en Iberdrola de coordinadora, que es mi actual trabajo.

    Voy a volver a la hostelería siempre que pueda, ya que tengo buen currículum, buena experiencia, pero de momento me quiero quedar en el sector comercial”.

    Cada año Adrien procura ir a su país natal de vacaciones: “echo muchísimo de menos de ahí principalmente la comida, me encanta, es buenísima, es lo que más echo de menos, aparte de mi familia y el sitio también, que es precioso, espectacular, además es un país barato. Pero de aquí no me quiero mover por nada del mundo. No me gusta vivir en sitios grandes, ni en la Península, ni en Barcelona, ni Madrid. Yo me quedo en mi islita”.

    Delfina San Román: “Mallorca es un lugar donde puedes conocer a gente de todos lados, pero no es tan fácil que se mezclen estas culturas”.

    Delfina San Román se trasladó a España con su familia en el 2002 con la crisis del corralito de Argentina. Tenía 14 años recién cumplidos y los primeros meses según recuerda fueron difíciles.

    “Nos mudamos a Madrid en una época en la que no había tanta emigración de parte de Argentina, o sea, fuimos como esa ola migratoria.

    Éramos tres argentinos en todo el colegio; mi hermano, otro argentino y yo. Y ahora la cantidad de argentinos que hay por colegio o por clase es muy superior.

    En mi clase había otra chica latina y después había más del centro de Europa, pero no había tantos inmigrantes”, rememora esta oriunda de Mar del Plata.

    Los primeros meses de adaptación sí que fueron difíciles, sobre todo a nivel de entendimiento, de cultura. Después, al cabo de un año, ya se sentía integrada, tenía un grupo de amigos y se sentía parte de la sociedad.

    Ahora ya llevo más parte de mi vida en España.

    Mi país será como mi infancia y un muy buen recuerdo, pero me considero de los dos lados, siento que soy de ambos lugares por igual.

    A Mallorca llegó hace ocho años, en 2015, siguiendo a sus padres, que vivían aquí desde 2013. En comparación con Madrid es más difícil la parte de integración dentro de la cultura mallorquina.

    Estudié en catalán para poder integrarme mejor y ahora siento que estoy integrada, en la sociedad en general. La isla tiene eso de que hay muchos mundos dentro de ella.

    Creo que es un lugar donde puedes conocer a gente de todos lados, pero en la cual es verdad que no es tan fácil que se mezclen estas personas de diferentes lugares.

    Se suelen crear como muchos guetos, están los alemanes, ingleses, españoles, argentinos, etcétera y bueno, siento que sí que conozco gente mallorquina y tal, pero conozco mucho más o tengo relación con mucha más gente que no es de aquí pero que vive aquí en Mallorca desde hace muchos años, con diferentes procedencias.

    Delfina trabaja actualmente en la administración de una empresa y ha estudiado ciencias políticas y de la administración en Madrid.

    Sus planes son seguir en la isla, creciendo en el ámbito personal y profesional.

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