Por Ivis Acosta Ferrer
Los estereotipos culturales sirven para hacer chascarrillos en las fiestas y reírse a costa de lo diferente, por lo demás son bastante perjudiciales pues simplifican y borran de un plumazo toda la riqueza de matices que compone cualquier colectivo humano. Frecuentemente vemos criterios estereotipados hacia los migrantes por parte de algunos medios y también, cómo no, de los gobiernos, pues son entes que han tenido que aprender a marchas forzadas a lidiar con las consecuencias de la avalancha migratoria.
No es de extrañar, pues, su -en ocasiones- inexperiencia o torpeza al tratar con colectivos migrantes, circunscribiendo sus intervenciones al ámbito de las fiestas patrias y dejando en un segundo plano la búsqueda de soluciones a problemas concretos que afectan a los colectivos.
Por otra parte, son las asociaciones las que principalmente deben trabajar en pro de sus respectivos connacionales mediante obras que redunden en su beneficio en lugar de diluirse en celebraciones que, si bien satisfacen la parte espiritual y nostálgica, no siempre generan espacios para la convivencia y de paso algunas veces sustituyen la riqueza cultural autóctona de los pueblos por un folclore estereotipado.
No basta con festejar, es necesario ir más adentro como asociaciones y trabajar con los recién llegados, con las personas sin recursos, con los jóvenes, para fomentar una verdadera cohesión social y trabajar en la integración y mejora de las condiciones de vida de los colectivos. Cuando funcionemos en base a la excelencia y no a la cultura del enchufismo, el arribismo y la displicencia, entonces podremos celebrar. Respetémonos para que nos respeten.