Por Ivis Acosta Ferrer
Samir Banegas Berríos es un nicaragüense que lleva 21 años en Mallorca. En su tierra natal estudió licenciatura en Ecología y Recursos Naturales, y desde muy joven, se vinculó a la labor social, una vocación que le nacía como algo natural.
Se ha implicado desde entonces como activista social promoviendo proyectos diversos como la creación de equipos de fútbol femeninos y juveniles.
Por esas cosas de la vida las circunstancias difíciles tocaron a las puertas de su país, y con 16 años tuvo que ir a la guerra. Escapó de la muerte en más de una ocasión hasta que un día cuatro balas le cambiaron la vida.
Tuvo que dejar el deporte –era futbolista- y desde entonces cambió su existencia tanto, que se propuso ayudar a otras personas.
A Mallorca arribó hace 21 años con su esposa española, e inmediatamente se vinculó a las asociaciones de educación social dictando talleres de cocina, globoflexia, música y otras habilidades que traía desde su país.
Ha sido monitor de tiempo libre y director de asociaciones especializadas en esa área; también es formador de niños, jóvenes y hasta de personas excluidas de la sociedad.
Durante dos años trabajó como educador social en la barriada de Son Banya más seis años como monitor en la prisión.
Más tarde trabajó con personas tuteladas y desde hace siete años trabaja ininterrumpidamente en la Fundació Deixalles atendiendo a personas con problemática de salud mental.
“Mi trabajo me da la vida”, comenta Samir para agregar que lo comenzó a hacer de manera intuitiva hace 35 años en su país cuando ayudaba a alejar de las drogas a gente joven, incluso a chicos que inhalaban pegamento.
“Considero que mi trabajo es enriquecedor, continúa Samir-. Me gusta transmitir valores y las personas para las que trabajo también lo hacen conmigo. Es un proceso bidireccional. Me gusta de ellos su humanidad, su claridad, transparencia”.
Actualmente este ciudadano centroamericano, que también realiza talleres de música y radio en la Fudació Deixalles aportando en positivo a una sociedad, que considera como la suya y con la que lleva dos décadas conviviendo.