Durante estos 20 años de vida de Baleares Sin Fronteras, en este mismo espacio hemos lanzado diversas opiniones sobre la repercusión que tienen las políticas sociales de inmigración en esta comunidad autónoma de acuerdo a la coyuntura que se vive. Y es que cuando en un medio se trata de mantener la objetividad e imparcialidad sobre una realidad que es latente no se debe mirar el color político. En el caso personal -lo he dicho, incluso, fuera del contexto periodístico- me interesa hacer un seguimiento sobre la capacidad de gestión y la cualificación de cada cargo para poner en marcha iniciativas que fomenten la buena convivencia y una acertada integración desde la perspectiva de la diversidad e igualdad de oportunidades, especialmente en las Islas, donde el 25% del total de la población es de origen extranjero.
Siempre he expuesto que no se trata de favorecer a los inmigrantes con discursos paternalistas, ni tampoco de condenar a los llegados de afuera con mensajes excluyentes que en nada favorecen en salvaguardar la armonía del día a día en este escenario del Mediterráneo en el que confluyen más de 150 nacionalidades con diferentes características culturales.
Uno de los mayores retos que tienen los políticos que ostentan cargos en las áreas de servicios sociales e integración, que desde luego, abarca el tema de la inmigración apunta al arraigo a la cultura de acogida.
La explicación es sencilla: Si no existe arraigo no hay absolutamente nada, y los discursos quedarán en el aire, o mejor, los mensajes demagógicos de algunos políticos que han pasado sin pena ni gloria por estos cargos quedarán archivados el baúl del olvido.
En estas dos décadas, he tenido la oportunidad de estar en cinco legislaturas autonómicas y municipales, vamos encaminados a la sexta, cada una de cuatro años. Y como todo en la viña del señor, no han faltado -reitero- los que en materia de inmigración se han conformado con muy poco y el esfuerzo ha sido mínimo cuando de trabajar en políticas de integración se trata.
Pero, también he de reconocer el empeño de otros en dar la trascendencia de la inmigración a la hora de trabajar en pro de un estado de bienestar para todos. El estado de bienestar no tiene solo que señalar a lo se hace desde Madrid, concretamente desde el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, o también, lo que se haga en las oficinas de extranjería para ofrecer un mejor servicio –celeridad en trámites– a quienes estén haciendo sus trámites de regularización.
En el estado de bienestar se deben involucrar los políticos locales de cada autonomía, parece una obviedad esta afirmación, pero debo confesar que en algunas convocatorias de prensa o entrevistas que he realizado, algunas de las respuestas han apuntado a las competencias del gobierno central de turno, algo que me parece desatinado.
Y es por eso, que debo decir que en estos primeros diez meses de legislatura, por citar al Govern balear, me ha causado buenas sensaciones la creación de la necesaria Dirección General de Cooperación e Inmigración, cuya directora es Catalina Albertí.
Igualmente, en el Ayuntamiento de Palma, llama poderosamente la atención el interés que se está poniendo en el tejido asociativo y entidades sociales por parte de la regiduría de personas mayores, interculturalidad e igualdad de oportunidades en cabeza de la concejala, María Luisa Marqués y su equipo de trabajo, que últimamente –nos consta– ha estado convocando reuniones con representantes del sector de la inmigración, además de la propuesta de un plan de actividades que se tienen sobre la mesa para estos cuatro años.
También hay que reconocer el trabajo de Francisca Sampol, directora de esta área del consistorio, no solo en este tiempo, sino a través de los años en el ámbito migratorio de la ciudad con proyectos en aras de una eficiente integración.
Y para no ir muy lejos, basta con echar un vistazo a las redes sociales del alcalde, Jaime
Martínez con su activa presencia y participación en los actos organizados por los diferentes
colectivos de inmigrantes. Esperemos que este denodado interés por la importancia de la
interculturalidad persista en el tiempo de estos tres cuartos de legislatura que quedan por
delante. ¡Hay mucho por hacer en avances de políticas sociales enfocadas a lograr un buen
arraigo en la sociedad de acogida!