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viernes, septiembre 6, 2024
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    Joan Gibert: un hombre con detractores y miles de personas rendidas a su arte

    Un hombre con muchos detractores y millones de personas rendidas ante su arte.

    Ayer el sol parece que le había declarado la guerra a otra galaxia, por la forma con que lanzaba sus rayos mientras paseaba por Son Alegre, un barrio de Palma pegado a la plaza puente, me había invitado a un vermut un buen amigo en su casa, como otras tantas veces, con el recibimiento triunfal de esperarme a la puerta del ascensor, el abrazo y sus palabras demostraron que aquel momento como a mí, le apetecía de veras.

    Sentados, alrededor de su mesa espejo, una mesa baja a la que él denomina “mirón”, no quiero imaginarme por qué, rodeada de sofás pegados a unas paredes, de las que cuelgan verdaderos prodigios salidos de su maravillosa forma de entender el arte durante cerca de un siglo, pues siempre se jacta de haber nacido en 1936, año de nuestra maldita guerra y de haber llegado hasta ahora a base de enmascararse tras un disfraz de profesor, del que disfrutó en la escuela de artes y oficios de Palma durante muchos años.

    Su destreza como su forma de entender la vida es pura fantasía con el pincel, con el que hace maravillas con una variedad muy escasa de colores, consiguiendo policromos solo al alcance de su privilegiada mano.

    Se denomina a sí mismo, polifacético, inconsecuente y desconcertante por su habilidad de toda la vida a la hora de experimentar e investigar constantemente en la plástica, buscando sorprender siempre con algo nuevo que no se haya visto antes, lo que le distingue como “él mismo”, ya que nunca repite.

    Joan Gibert es un hombre con detractores y miles de personas rendidas ante su arte, que ha expuesto en miles de lugares importantes de la Isla, del mundo y sobre todo últimamente en la calle, sin miedo al ataque que le ha supuesto esto, ya que por ello ha sido muy criticado, cosa que no le importa ya que él pinta para que la gente disfrute de su arte y no todo el mundo visita una galería.

    Joan Gibert plumín en ristre, como quijote con su lanza, se lanzó sobre el papel y en un abrir y cerrar de ojos había dibujado sobre un papel en blanco, un dibujo digno de exhibirse en el más prestigioso de los museos, esto y su forma sencilla de comportarse en la vida, es lo que le ha convertido en el genio, al que Palma y sus ciudadanos le debemos más de un homenaje mientras siga con vida…

    “El alemán mallorquín”

    Hay un rostro indispensable, en cualquier evento cultural que se precie como tal en Palma, el de Roman Hillman, un espíritu libre nacido en Alemania, ataviado con su cámara, barba descuidada y una forma de vestir que le distingue, dando vida a cada evento de la isla, por su manera de andar por la vida, humilde y sensible con la humanidad, un hombre sencillo al que siempre basta el dinero, a pesar de sus bolsillos vacíos.

    Amante del mundo y cada una de sus culturas, por el que ha viajado conociendo de primera mano cada una de sus características, ha aprendido a amar al ser humano simplemente por serlo, sin embalaje de estatus color o linaje, periodista, cámara para una televisión alemana aterrizó en España en las olimpiadas celebradas en Barcelona, llegó a Mallorca hace unos años buscando a Nermin, una amiga de juventud, a la que no veía desde hacía muchos años, desde entonces anda por la isla, promoviendo y organizando eventos en los que el arte es esencia, colaborando en programas de radio en los que consiguió su propio espacio y hasta creador de setenta y cinco artículos de la mano de Nermin en una revista, para que Alemania y los alemanes residentes en la isla puedan disfrutar del arte de la isla.

    Roman, el periodista más salado de la pista mallorquina es reflejo de sus propias vivencias, amable y ante todo caballero errante, con el que el aburrimiento solo es una anécdota.

    Y como cada cual se alimenta de lo que siembra, hay un tema que por bueno no digiere como quisiera, el estrés con el ingrediente de lo emocional le ronda su cabeza, su hijo de veintidós años Tamino Köhne, en un intento por poner su granito de arena por salvar el mar de la depredación humana, se encuentra en Fiji, para él las antípodas de Mallorca donde él se encuentra y aunque es muy loable su cometido, hay momentos en que le gustaría pasear con él por la arena de las playas mediterráneas.

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