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lunes, noviembre 25, 2024
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    Algunas personas son rechazadas en sus empresas por tener su permiso de residencia caducado, aun cuando presentan sus justificantes de renovación

    Por Federico Marotta
    Integrante de la Plataforma de la Inmigración
    Director del programa “El Matinal”, Sputnik Radio

    Entre reuniones virtuales y promesas sigue caminando el colectivo inmigrante. A la constante inoperancia de las instituciones del Govern balear se contrapone el acercamiento con la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma para intentar realizar acciones en conjunto que lleven a una plena integración como vecinos todos que somos.

    Trasladar esta iniciativa a toda la isla sería ideal. En definitiva es la puesta en común acuerdo entre iguales, gente altruista que trabaja por el colectivo, con diferencia notable del que se resguarda en una nómina y se olvida de la calle.

    En pocos días estamos citados por el Ayuntamiento de Palma para hablar del tema empadronamiento. Parece que tenemos que rogar por un derecho elemental. Es obligatorio, y a su vez un derecho empadronar y ser empadronado pero seguimos con problemas. Ya el Alcalde de Palma manifestó que se haría cargo de la inmigración y sólo esperamos soluciones.

    Llegó a la Plataforma de la Inmigración la dificultad que se ha tenido al momento de presentar a las empresas dedicadas a la hostelería hojas de vida para una posible contratación y las personas son rechazadas por tener su permiso de residencia caducado aun cuando presentan sus justificantes de renovación, y es otro derecho que se pierde, en consecuencia aquí pensamos en los ya eternos problemas de citas en la Oficina de Extranjería que el Gobierno no resuelve y a la Delegación de Gobierno parece no importarle vista la última reunión presencial mantenida con la Delegada, Aina Calvo.

    Rogar por un derecho se nos transformó en una humillación.

    Ya no hablemos de la promesa electoral del PSOE y Unidas Podemos de eliminar la reciprocidad del voto, tema que se maneja desde 2015, pero no se ve ningún movimiento. Después hablamos de democracia y hay gente que por años reside aquí y no puede votar.

    Hemos tenido reuniones virtuales en donde aparecen caras políticas nuevas preguntando qué necesitamos. Se agradece pero cuando a un dirigente asociativo inmigrante que lleva más de veinte años a la vanguardia se le aparece una cara nueva preguntando qué necesitan, la impotencia absorbe todo.

    Ya no digo los que piden que les presentemos por escrito nuestras reivindicaciones, sólo falta que les hagamos su trabajo. Al menos sentémonos juntos. Sigue sin haber políticas de integración, educación para la misma, siguen habiendo fobias como antes faltaban los eventos integradores. Se nos ha hecho creer que ahora somos todos integrantes de la misma sociedad pero en las ferias estamos solos, apartados.

    Los partidos políticos, generadores de reuniones con el colectivo inmigrante, sólo han pretendido, hasta el momento, sacar provecho, incluso con conferencias de prensa. No han logrado en la práctica las soluciones requeridas y para quien lea, ninguna ha llevado hasta el momento el pedido de subvenciones.

    Mientras tanto, un grupo sigue construyendo, en silencio, la base de un movimiento que tomó características políticas. Al límite de la impotencia parece ser que lo único que pueda hacernos recuperar la dignidad es nuestra propia lucha, ajena a los falsos abrazos electorales.

    Perder el voto duele, vista la reacción y el pedido de reuniones donde hemos recibido de la clase política, al decir de León Felipe, “Sé todos los cuentos”.

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