Tiene nacionalidad española de origen ucraniano y desde el 2008 es residente en Mallorca.
Cuenta que durante diez años vivió en Sudamérica, por lo que se considera una persona con una amplia visión de mundo.
Se dedica a la música al igual que el resto de su familia. Orgullosamente afirma que se siente una privilegiada al trabajar hace diez años como profesora de piano en Musicasa en Palma. Sin embargo, a través de las redes sociales advierte que estas últimas horas han sido las más duras de su vida. “Por primera vez he sentido una impotencia total y absoluta. No hay peor mañana que aquella cuando sabes que tu familia, tu gente cercana sufre y no puedes hacer nada”.
Prosigue en su relato diciendo que su familia vive noroeste del país, concretamente, a 80 kilómetros de la frontera con Polonia. Y de acuerdo a lo que le cuentan desde su país, la prioridad el primer día del ataque ruso era estar preparados físicamente para cualquier el escenario por muy cruel que resultara.
La familia de Nataliya se aprovisionó de comida, combustible y un refugio. “Emocionalmente mi familia, como la mayoría de los ucranianos, ya estaban preparados para esto. Por eso cuando sonaron las sirenas en Kiev y cuando el presidente ucraniano, Vladimir Zelenskiy dio el parte de alerta a la población sobre la invasión rusa, mi familia empezó a preparar los últimos detalles”.
Visiblemente emocionada describe la situación: “antes de la invasión rusa los supermercados estaban más que llenos para comprar el combustible, había colas kilométricas. Para sacar el dinero en efectivo del banco había limitaciones. Por ejemplo, recuerda como su hermano pudo sacar solamente 3000 griven, equivalente a 100€. “Mi familia, como todos, tenía que dejar de lado el pánico. Ellos están fuertes física y moralmente, preparados y sobre todo confiando en la ayuda de los países cercanos. Sin embargo, entendemos que sin la ayuda de los países aliados estamos rendidos y vencidos.”
Por ahora, continúa Nataliya, “gracias a Dios no hay ninguna víctima mortal en mi entorno al momento que doy estas declaraciones a Baleares Sin Fronteras”.
Le tranquiliza que países vecinos como Polonia y Hungría no hayan cerrado las fronteras y la gente que teme por su vida pueda salir.
Esta felicidad no es completa, pues solo los mayores de 60 años, niños y mujeres están autorizados a cruzar la frontera. Y es que los hombres deben permanecer en el domicilio para ser localizables en el momento de mayor necesidad si el conflicto se agudiza.
Le preocupa también la situación de sus sobrinos que no llegaron a obtener los pasaportes debido a que el sistema de atención pública está colapsado. “Lo que me mantiene tranquila por ahora es que tenemos una casa rural con un sótano bastante profundo que mi hermano lo ha habilitado como refugio, en dos días preparó los bunkers”.
A ellos les queda claro que cuando suenen las sirenas de bombardeo no podrán desplazarse a ningún lugar. También tienen el coche preparado, alejado de los edificios por si tienen la necesidad de abandonar el lugar urgentemente. Reconoce que parece un guion de película, pero así es la realidad de ahora en adelante en el núcleo de su familia en la lejanía.
Libertad
Se considera una ciudadana de un país libre, donde cualquier persona puede expresar lo que siente, que no tiene temor de mostrar su aprecio o su desagrado a la política que se haga, donde se es libre de elegir un gobierno y un lugar en el que se pueden reclamar los derechos sin la amenaza de ser asesinado. “Putin y libertad son polos opuestos. No eres nadie. No tienes tu opinión. ¿Quién quiere un gobierno así? No lo sé. Seguramente los que apoyan a Putin si, pero desde luego el pueblo ucraniano no”, asegura con voz melancólica la profesora de piano.
Estos días- añade- no solo estarán los ucranianos, sino todos los que sienten repugnancia hacia la guerra, dando cara y corazón. El mensaje para ella debe quedar claro: “queremos la paz, un país con su cielo, su tierra, su mar, pero especialmente con su gente libre. Putin amenaza no solo a Ucrania y su paz, sino a todos aquellos que representan libertad y amor hacia los valores y principios”, concluye.
Este periódico tuvo acceso al material fotográfico de la familia de Nataliya, pero por cuestiones de privacidad y seguridad no será publicado.