Por Juan Pablo Blanco
La pandemia del coronavirus acompañada de la muerte del futbolista Diego Armando Maradona, sin duda, quedarán para la estadística como las dos noticias más comentadas en este 2020.
Suena cruel afirmarlo, pero ni las propias víctimas de esta enfermedad, ni las elecciones de los Estados Unidos con la añadida derrota del todopoderoso Trump, ni la debacle económica mundial, ni los fenómenos adversos naturales, ni el fallecimiento de otros famosos eclipsará el deceso del deportista, a quien muchos de sus fanáticos lo consideraban un Dios.
Increíble pero cierto. Para nada es exagerar, guste o no, el fallecimiento del futbolista se ha hecho eco en todos los rincones de la geografía universal.
Dígase lo que se diga, malo o bueno de Maradona sobre su vida personal, es evidente que una semana después y quién sabe hasta cuándo, las noticias no seguirán dando tregua narrando los pormenores que precedieron a su despedida de esta vida, sumadas a las repercusiones que están comenzando a salir a la opinión pública.
La reacción mundial por la muerte de uno de los mejores futbolistas que ha brotado la tierra, para muchos el número uno, seguirá acaparando portadas de periódicos e impredecibles titulares por mucho tiempo más.
Hemos de recordar que el gobierno argentino decretó tres días de luto y sus honras fúnebres se hicieron en la Casa Rosada, donde residen los presidentes de ese país. Dicho esto y sin ningún ánimo ofender sensibilidades, abstraerse de opinar sobre quién fue Diego Armando Maradona afuera de los terrenos de juego es una utopía.
Contados con los dedos de la mano son los deportistas que han sido despedidos en un país con honores de Jefe de Estado, y por eso, ante tal fenómeno me parecería un acto de suma hipocresía o indiferencia dejar de emitir un concepto sobre lo que representó el Maradona futbolista y el Diego persona.
Nada discute a Maradona como jugador. Imposible no recordar aquel mundial de México 1986.
Cómo olvidar su excelsa técnica con el balón en los pies. Cuántos de los que vimos aquel campeonato orbital no tenemos en nuestra mente el gol marcado a Inglaterra regateando a casi todo el equipo desde la mitad del campo.
Y para poner la guinda al pastel la gesta se confirmó levantando la segunda Copa del Mundo luego de ganar 3-2 a los alemanes en la final.
Sin embargo, al margen del fútbol, es más que, entendible que otros grupos no se identifiquen con la figura del Diego adicto a las drogas, del Diego en ocasiones violento con la prensa y su entorno, del Diego polémico y sobre todo del Diego acusado de maltratador, fallecido casualmente en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Por esos mismos motivos de reacciones de masas, Maradona y Diego representaron el futbolista de otra constelación y el hombre terrenal, que dejó en entredicho varios episodios no ejemplares de su vida privada.
Maradona es simplemente una excusa de lo que a todos nos puede deparar la vida sin necesidad de la fama. La ruta de logros que quisiéramos alcanzar profesionalmente, pero Diego es la reconducción para bien o para mal de nuestra existencia.
Cuando en nuestra vida se presenta el divorcio entre el Maradona y el Diego los fracasos y la ruina no tardarán en llegar. El destino pasa factura. Me conformo simplemente con el Maradona futbolista.
Finalmente, el destino se encargará de emitir un veredicto sobre cómo cada quien controla sus hábitos y su comportamiento de cara a la sociedad. Vi el documental de la vida del astro argentino.
Todos sin excepción, hasta los más moralistas que se rasgan las vestiduras, pueden llegar un día a tocar fondo como le ocurrió al Diego terrenal.
D.E.P.