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miércoles, julio 17, 2024
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    Editorial 373: Incertidumbre por lo que se avecina

    Por Juan Pablo Blanco

    Cuando los problemas los tienes cerca de donde vives es cuando realmente te das cuenta de que en cualquier momento pueden llegar a tocar la puerta de tu casa.

    En marzo, el gobierno decretaba el estado de alarma por la pandemia del coronavirus que mataba a centenares de personas en casi todo el territorio nacional y dejaba miles de contagios.

    Mirábamos atónitos a la distancia la emergencia social y sanitaria que vivían comunidades autónomas como Madrid y Cataluña, las más azotadas por la enfermedad, y otras tantas que día tras día registraban un número alarmante de fallecidos y contagiados por el virus.

    Incrédulos nos informábamos por los medios de comunicación de verdaderas tragedias sociales nunca antes recordadas, salvo por aquellos testimonios impresos y grabados heredados de la famosa gripe española que hace poco más de cien años acabó con 50 millones de vidas humanas.

    Si bien en Baleares seguíamos, como en el resto de provincias, las órdenes dispuestas por el estado de alarma, cuyo eje central era el confinamiento prácticamente de toda la ciudadanía, también es cierto que los números de contagiados diarios no sobrepasaba los treinta o cuarenta como máximo y las víctimas de esta enfermedad no llegaban a cuantificarse a escalas mayores.

    A pesar de la adversidad sanitaria y de las cifras preocupantes de la economía que no invitaban al optimismo, nunca se perdió la fe de que el bicho nos diera una tregua en verano y la economía del turismo compensara las pérdidas por la inactividad empresarial.

    Baleares, pese a hacer todos los esfuerzos del caso por repuntar y a realizar la prueba piloto de recibir a los primeros turistas a mediados de junio una vez que se reabrió el aeropuerto Son Sant Joan, se quedó a medio camino por cómo se fue presentando el curso de los acontecimientos.
    No fueron suficientes las campañas del Govern, ni la voluntad de todos los sectores empresariales para reactivar la economía.

    El Covid 19 arremetió otra vez con más fuerza que nunca en las Islas en pleno agosto, echando por tierra la teoría de que este malévolo bicho en el calor se extinguiría.

    Sería exagerado afirmar que estemos viviendo nuestro propio marzo. El número de fallecidos al día de hoy en Baleares es uno de los más bajos de España (265), respecto a los otros territorios.

    Lo que sí es evidente es el ostensible aumento de contagios que llegan a superar la cifra diaria de 500. Una coyuntura que pone en alerta roja a un Govern balear que cada día endurece las restricciones para evitar la propagación de la enfermedad.

    El verano es cuestión del pasado y nos disponemos a afrontar uno de las más complejas épocas jamás recordadas por el alto impacto del desempleo y la alerta sanitaria a la que nos enfrentamos.

    Ojalá que la clase política local gobernante y opositora esté a la altura de las circunstancias, algo casi utópico en estas épocas.

    La ciudadanía en estos momentos convulsos, no solamente demanda soluciones, sino un mínimo de respeto por la presente angustia de un futuro plagado de incertidumbres a todos los niveles.

    Hoy más que nunca a la ciudadanía poco le interesan las trifulcas en redes sociales o las mediáticas declaraciones altisonantes entre opositores y gobernantes.

    La gente necesita soluciones, especialmente en el aparato logístico de la Administración Pública que no atiende con efectividad y en tiempo razonable las diversas demandas y necesidades sociales (Oficinas de Seguridad Social, SEPE, Extranjería).

    Preocupa también la evidencia de las redes sociales que dejan al desnudo las falencias de algunos cargos de responsabilidad política que parece que estuvieran levitando sin enterarse de lo que sucede a su alrededor.
    Esperemos que el criterio común se imponga y los intereses colectivos de la ciudadanía predominen.

    Con la que se avecina hay que saber manejar entre algodones las histerias colectivas y dejar de lado cualquier atisbo de demagogia para no seguir haciendo leña del árbol caído.

    Aprovecho estás líneas para enviar un mensaje solidario a quienes atraviesan momentos complicados de salud, a los que han perdido sus puestos de trabajo y a todo el empresariado afectado por el impacto económico de la pandemia.

    ¡Saldremos adelante!

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