Dos días después de las votaciones presidenciales me he abstenido en las redes sociales de emitir un concepto sobre el desenlace del pasado 10N, prefería plasmar el análisis de la resaca electoral a través de esta plataforma de opinión.
Y es que, sin lugar a dudas, a nivel personal- no creo ser el único- en tener la percepción de la carencia absoluta de autocrítica, me sorprende tanto maquillaje adornado de trilladas palabras para disimular las heridas que dejó en la izquierda el 10N.
Es cierto que se ganó, pero a la vez se perdió, parece una frase cantinflesca, sencillamente la amplía ventaja de hace seis meses de la izquierda se redujo ostensiblemente frente a la derecha, que se levantó como Lázaro de su tumba- no propiamente Franco- de entre los muertos, eso no solo incluye la irrupción de Abascal, hasta Casado del PP, cuyas quinielas lo situaban de patitas en la calle en abril pasado por el desastroso resultado, tuvo el tiempo suficiente para tomar nuevos aíres.
No se necesita ser un analista político o un erudito en la materia para concluir que en estas elecciones la izquierda perdió bastante fuelle si se comparan a los resultados del 28 de abril. Y si hubiese unas terceras elecciones, o un tiempo adicional como lo llaman en el fútbol, la cosa se terminaría de complicar aún más.
En cifras, la subida de la derecha y el decrecimiento de la izquierda apuntó al mismo momento en que Pedro Sánchez hizo un llamamiento a nuevas elecciones al no conformar gobierno con Unidas Podemos y por carecer de más aliados que le permitieran la investidura.
Con esto no solo se consumió la exhumación de los restos de Franco, sino que además se revivió a una corriente ideológica como VOX que tan solo tenía 24 escaños y hoy por hoy llega al Congreso de los Diputados con 52 escaños. Un balón de oxígeno, mejor oportunidad imposible de desaprovechar.
Hartazgo, castigo y abstención. No se deben estar haciendo las cosas medianamente bien y el inconformismo generalizado aflora cuando los números cantan por sí solos con un marcado decrecimiento de la izquierda. El 28A, el PSOE ganó en 3992 municipios y el pasado domingo triunfo en 3509; Unidas Podemos de ganar en 73 pasó a triunfar en 56.
El PP obtuvo 363 municipios más respecto a las votaciones anteriores, VOX ganó en 278 municipios, concretamente de triunfar en 72 hace seis meses pasó a ganar representación en 206 municipios más. Me abstendré de ahondar en el desplome de Ciudadanos y la renuncia de su líder, Albert Rivera, simplemente los votantes naranjas fueron perdiendo la credibilidad y hubo un trasvase de votos a VOX y al PP sumando un porcentaje relativo de abstencionismo.
En nuestras Islas, al igual que en el resto de España, la tendencia fue la misma, aunque el PSOE sigue siendo la fuerza política mayoritaria, aun así se perdieron 21.563 sufragios comparados con abril y Unidas Podemos, la segunda más votada obtuvo 10.501 votos menos.
El PP en las Islas también evidenció una notable mejoría al incrementar en 16.141 electores respecto a abril y VOX disparó su electorado en 18779.
En resumen las matemáticas no mienten, es la voluntad popular, más que hablar de fascismo o de VOX, partido con el que no comparto en absoluto el programa electoral sobre inmigración y el discurso populista (es asunto para otra edición), opino que si los corrientes denominadas progresistas no se reinventan y aprovechan estos cuatro años para trabajar por y para los ciudadanos, seguramente las urnas no perdonarán en las elecciones del próximo cuatrienio.
Más que lanzar dardos y defenestrar al rival político en las redes sociales, es hora de jugar su propio partido haciéndole recuperar la confianza al potencial elector con programas de bienestar social, que incluya salud, educación, vivienda y verdaderas campañas de integración social en una Comunidad Autónoma en la que casi el 25% del total de la población residente es foránea. Y respecto a la situación global. ¡Qué Dios nos agarre confesados si llegamos a unas terceras elecciones!, al cierre de esta edición se anunciaba un pacto de gobierno de Sánchez e Iglesias.