Por Legalteam / Fuente: La Nación
Cuando se hace siempre hincapié en la necesidad de ser recelosos con nuestra documentación e información personal es porque existen razones para ello. Lamentablemente no comprendemos cuán importante es hasta que nos topamos con historias como esta.
Angélica Calero, de 25 años, llegó a España hace un año desde Ecuador. Durante casi nueve meses vivió en una pequeña habitación que alquilaba a unos conocidos por 420 euros al mes en Alcorcón en Madrid.
En septiembre, decidió buscar un piso para ella y su hermano pequeño, de 20 años. La búsqueda, explica, fue “muy estresante”: desplantes, precios desorbitados, pagos por adelantado, exceso de documentación… Pero el verdadero drama vino después: “Me acabo de enterar de que han usado mi identidad para hacer préstamos en bancos”. Es lo primero que Calero dice al teléfono. Está nerviosa y se siente engañada.
La entidad bancaria Cetelem, especializada en préstamos personales, le reclama pagar las cuotas mensuales de un crédito que no ha solicitado. Son 8862 euros a devolver en 33 meses. Casi 270 euros al mes. “Me exigen pagar noviembre y diciembre, y dicen que he firmado un contrato, pero yo no he firmado nada. Todo falso”, relata.
Ante esta situación, la joven realizó una denuncia en la comisaría de la Policía Nacional de Alcorcón, al sur de la capital, y en ella consta que sus datos ―DNI y nóminas―solo se los ha cedido a las múltiples inmobiliarias y particulares con los que lleva meses contactando para encontrar piso. “Mis datos deben haber salido de ahí [de las agencias o de los propietarios], porque nadie más tenía esa información”, explica.
Aunque ella trabaja en una consultora y tiene un salario estable, cuando fue a buscar piso, en la mayoría de casos le pedían un aval. Ahí entra en escena un amigo de la familia, a quien prefiere mantener en el anonimato, y cuya información también envió a agencias y propietarios. “¿A quién has pasado mis datos?”, le preguntó él la semana pasada por teléfono. “A nadie, solo para lo del piso. ¿Por qué?”, respondió ella.
“Me dijo que alguien de Cetelem le había llamado al trabajo diciendo que tenía un préstamo de 7000 euros, asociado a una cuenta de ING Direct, y que lo había solicitado en septiembre, justo cuando empecé a buscar piso”, narra Calero. También le pedían abonar las cuotas hasta diciembre y decidió poner una denuncia. Ella se quedó con la mosca detrás de la oreja: “Llamé al banco y efectivamente, había un préstamo a mi nombre, concedido solo un mes después”.
Fue entonces cuando le dijeron que debía dinero: “Me dieron un número de contrato, el valor de la cuota, un teléfono y una dirección que en teoría eran las mías, pero todo era ficticio”. Le explicaron que primero debía denunciarlo, después enviar al banco la denuncia y que así se desvincularía su nombre del préstamo. “Todas las semanas tenemos estafas, así que no te preocupes. Con la denuncia paralizamos el proceso de enviar tu documentación al Banco de España. Por ahora eres morosa solo con nosotros”, le comentó el trabajador por teléfono. “Todo el rato me llamaba y preguntaba: ‘¿Ya enviaste la denuncia?’. La envié y dejó de llamar”, cuenta Calero.
Ahora está a la espera de que le devuelvan la llamada para confirmar que no le van a exigir ningún pago. “Estoy un poco más tranquila, pero no sé si lo que me dicen es verdad, si tengo que hacer algo más, si tengo que esperar… En la policía me dijeron que seguramente se trate de una banda, ¿cómo es posible que pase esto?”. La entidad bancaria ha contestado a los mensajes enviados por este periódico indicando que remitirá el proceso detallado de concesión de préstamos en cuanto le sea posible, pero sin mencionar la cuestión de la suplantación de identidad.
En enero de 2021, una usuaria denunció a FACUA lo mismo que denuncia ahora Calero. El banco le exigía el pago de una cuota de 320 euros de un crédito de 4467 euros que había solicitado y que en teoría le habían abonado en una cuenta del Banco Santander. La mujer nunca había pedido el préstamo y tampoco tenía cuenta en ese banco, por lo que denunció a la policía. Aun así, la entidad le siguió reclamando el dinero y ella terminó abonándolo. Entonces se contactó con la asociación, que consiguió que le devolvieran a la usuaria todo lo pagado, y denunció lo ocurrido a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).
Es lo que recomienda Marisa Protomártir, responsable jurídica de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin): “En este caso ha habido una violación de la protección de datos en alguno de los sitios donde ha dado su información. Es vital que lo ponga en conocimiento de la AEPD porque en uno de ellos [por las inmobiliarias o particulares] hay un coladero y puede volver a pasar. Así se abrirá un expediente para ver dónde se han dado el robo o venta de datos”. E insiste en que los ciudadanos deben ser “extremadamente cuidadosos” con la información que aportan y a quién. “¿Por qué quieren tu DNI para ver un piso? Estamos viendo una explosión de fraudes en los últimos seis meses, incluidos los de suplantación de identidad. Pese a que muchas entidades bancarias dicen tener un proceso de alta muy escrupuloso, no hay más que ver la cantidad de veces que suceden este tipo de cosas para saber que no es así. Con un correo y el DNI proceden a conceder préstamos y abrir cuentas”, añade.
Ruth García, técnico de ciberseguridad para ciudadanos en el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), coincide en que la suplantación de identidad es uno de los grandes problemas a los que se enfrentan, además de los mensajes fraudulentos que se envían para acceder directamente a las cuentas bancarias de los usuarios, técnica que se conoce como smishing. “En el caso de Calero, con unos cuantos datos los ciberdelincuentes consiguen darse de alta en servicios que prestan dinero y luego la víctima se encuentra con que debe cargos a una entidad, encima con intereses porque no ha estado pagando”, señala la técnico.
El proceso de denuncia suele ser lento, explica García, porque la empresa prestamista debe dar cuenta de los pasos que ha seguido para dar de alta al cliente. “Es doloroso porque los ciudadanos se ven implicados en algo que les pilla por sorpresa”, añade. Insiste en la cautela antes de ceder información personal de cualquier tipo: “Un DNI abre muchas puertas. No nos atacan por ser alguien en concreto, a los ciberdelincuentes les das igual si eres María, Pedro o Juan. Lo que buscan es el beneficio”.
Ahora Calero teme figurar como morosa y que eso le suponga un perjuicio para futuras gestiones. “¿Y si han usado mi identidad en otras cosas? Eso me da miedo, pero no podré saberlo hasta que pase algo como lo del préstamo de nuevo”, se lamenta. “He pedido a Cetelem el contrato con mi identidad robada dos veces, por teléfono y por correo, para adjuntarlo a la denuncia, pero no me han respondido”.