El pasado 8 de enero recibíamos en la redacción de este periódico una noticia de la que jamás hubiésemos querido hacer eco. El triste fallecimiento de Roberto Alonso, 45 años, ex cónsul de Argentina en Baleares que se desempeñó en el cargo durante cuatro años. El diplomático -nos informaban fuentes consultadas- moría luego de padecer dos años una complicada enfermedad a la que no le pudo ganar la batalla.
El paso por el consulado argentino de Roberto Alonso estuvo a la altura de las circunstancias por su activo interés en difundir lo más representativo de la cultura de su país y por su entusiasta implicación en todas las actividades organizadas por el cuerpo consular de los diferentes países.
Incluso, a Roberto se le recuerda de haber sido uno de los pioneros de una plataforma consular, cuyos fines apuntaban a acercarse a las problemáticas sociales de los diferentes colectivos inmigrantes. En esta iniciativa también estuvo al frente el ex cónsul de Colombia, Diego Cadena, que dicho sea, más que un colega de profesión del fallecido se convirtió en un amigo.
Es imposible no recordar de Roberto el trato amable y cercano para con la gente en los momentos en que los usuarios del consulado llegaban a la sede localizada en la calle Sant Miquel 30 de Palma de Mallorca.
La noticia de su deceso cayó como un jarro de agua fría no solamente en la colectividad argentina, sino en otras comunidades, cónsules y cargos políticos locales que tuvieron la oportunidad de establecer un trato cercano con él en los diferentes actos en los que coincidieron.
Una vez este periódico publicó en sus redes sociales la fatídica noticia, las muestras de dolor de la gente allegada no se hicieron esperar. Algunos cargos relevantes de la política balear y del tejido asociativo y la gente del común expresaron sus condolencias a través de sentidos mensajes de dolor.
El ex cónsul fallecido se caracterizaba por mostrarse sensible a los problemas de sus conciudadanos y como si se tratara de un presagio del destino, el último artículo que publicamos antes de su regreso definitivo a su país, hablaba sobre una gran cantidad de compatriotas afectados de salud, que por la crisis del Covid-19 le manifestaban su deseo de retornar a Argentina a morir en condiciones dignas, el titular de esta noticia lo dice todo: “Hay personas con enfermedades terminales que nos manifiestan su deseo de regresar a su país para morir allí”.
Todo el equipo humano de Baleares Sin Fronteras lamenta a la distancia el fallecimiento de Roberto Alonso, y es que más allá de haberse convertido en una fuente de información para nuestros lectores, especialmente para la comunidad argentina, era un ser humano encomiable que rompía los estereotipos marcados habitualmente por algunos representantes gubernamentales de diferentes países en el exterior que interponen una barrera infranqueable entre sus compatriotas y ellos.
Roberto Alonso era la antítesis de los gélidos protocolos, que en ocasiones hacen que la comunicación entre los ciudadanos y sus representantes se vuelva casi nula, repercutiendo incluso, en la prestación de una buena atención a su comunidad en su condición de servidores públicos en el exterior.
Para Juan Pablo Blanco, director de Baleares Sin Fronteras, el fallecimiento de Roberto no es solo es una noticia de alguien que se ha despedido de este terrenal mundo. “No solo falleció un ex cónsul, nos deja un gran ser humano en todo el contexto literal de la frase”.
Juan Manuel Ortin, cónsul adjunto: “Se fue un gran ser humano. Lo sentimos por su familia y allegados”.
Este periódico se desplazó hasta el consulado argentino de Palma para dialogar con Juan Manuel Ortin, cónsul adjunto, que no salía de la consternación por esta dolorosa noticia:
“Sabíamos que él estaba pasando una enfermedad, pero se nos había dicho que se estaba recuperando. Sin embargo cuando nos dieron la noticia fue un shock para todos los que lo conocimos”.
Con la voz temblorosa y a punto de romper en llanto, el representante consular recordó a Roberto como una persona divertida con un sentido del humor muy particular, además de elogiar su trabajo.
“Era una persona muy dedicada a su cargo desde lo humano. La gente siempre podía hablar con él de cualquier tema, frecuentemente estaba con una sonrisa por delante”.
“Siempre estaba atento a los problemas de los argentinos. Bastaba con que tocaran la puerta de su despacho para que saliera a recibirlos sin pasar por los canales formales”, recordaba Ortin, añadiendo que era uno más del consulado. La gente pensaba que se trataba de un empleado de la oficina por su sencillez, trato amable y espontáneo.
Desde el consulado argentino siempre recordarán con cariño a Roberto Alonso. “Lo sentimos por su familia y sus allegados, era un gran ser humano”, complementaba el Ortin refiriéndose al sentir general de los funcionarios de la sede consular, en donde nada más traspasar la puerta se respiraba un ambiente de tristeza y de profunda nostalgia.
Agregar que nada más conocerse la noticia, la cónsul Mónica Avogadro que se encuentra de vacaciones por estos días, había emitido una comunicación a todo el cuerpo consular en el que daba a conocer la noticia, y al mismo tiempo, lamentaba el fallecimiento de su antecesor.
