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lunes, noviembre 25, 2024
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    Editorial 317: Reactivación del tejido asociativo

    Me sorprende cada vez más la diversidad migratoria que reside en Mallorca. Cualquiera se imaginaría que los efectos de la crisis hubiesen provocado un éxodo masivo a sus países de origen.

    Pero no, hoy la inmigración en Baleares está más fuerte que nunca, y cuando me refiero a fuerte, hablo de la reactivación del tejido asociativo después de haber estado en el completo ostracismo durante 8 años, es decir, dos legislaturas.

    Siempre lo dije en estas mismas líneas, no entendía la razón de existir de una ineficiente y poco operativa, de la hoy extinta Dirección General de Inmigración en la pasada legislatura de José Ramón Bauzá, que pasó con más pena que gloria. 
    Si el pasado 5 de abril hubiese hecho una encuesta entre los asistentes al Casal de Inmigrantes, seguramente la mayoría desconocería la existencia de un área del Govern balear que sencillamente nunca operó en la práctica. 

    Y esto no es una opinión a favor o en contra de alguna corriente política, al contrario, se trata de recordar que cuando existe una necesidad primordial no se puede suprimir un área social de la noche a la mañana, o en el caso de que esté operativa, lo mínimo es que tenga un ápice de eficacia.

    Recordemos que esta Comunidad Autónoma acoge a un 20% de inmigrantes de la población, y en el escalafón Baleares aparece como la tercera comunidad que alberga más población foránea en relación al número total de habitantes. 

    No se trata de crear políticas de favorecimiento a los colectivos de afuera, ni mucho menos que alguien suspicaz piense que solicitamos subvenciones o tratos especiales, pues estaríamos entrando en un agravio comparativo de desigualdad con el resto de población española, que desde luego también tiene las mismas prioridades básicas y problemáticas en asuntos de trabajo, viviendas, educación y salud, entre los temas sociales con mayor demanda.

    Simplemente por el bien de toda la ciudadanía conviene reforzar el tejido asociativo. Y es que con todas las circunstancias excepcionales que se están viviendo en Europa, hoy más que nunca se hace imprescindible tener interlocutores válidos que representen a un colectivo extranjero de cara a los responsables políticos.

    El estado de bienestar consiste en que los ciudadanos conozcan a sus administraciones, y recíprocamente los encargados de elaborar políticas sociales estén enterados de la realidad étnica de un territorio. 

    En algunos ayuntamientos de la Isla están reforzando las políticas sociales migratorias y en Participación Ciudadana del Consell de Mallorca se están aplicando iniciativas que fomenten la buena convivencia. No todo lo que los políticos hacen es malo. Como siempre lo he manifestado, no creo en las ideologías, le apuesto a las personas con capacidad de gestión que asuman un cargo de responsabilidad en áreas sociales y por lo menos sepan dónde están parados.

    Retomando la iniciativa de la Asociación Cultural Ecuatoriana-Iberoamericana, presidida por Isabel Oviedo, vale resaltar la irrupción de personas de diferentes países con la voluntad de integrarse a la cultura de acogida. En la práctica esto equivale a pedir a gritos- al igual que el resto de la población nativa y peninsular- espacios culturales y deportivos para fomentar las buenas prácticas entre sus comunidades, sin duda esta es una buena señal de integración, no se están solicitando lugares para promover guetos, por el contrario, muchos de los líderes hacen eco de sus representados, quieren aprender el catalán, en el caso de los africanos muestran la voluntad de aprender ambos idiomas.

    Esperemos que este tipo de reuniones se sigan presentando, no todos los días o cada mes, pero por lo menos dos o tres veces al año. No es aconsejable que en una comunidad autónoma con un alto índice de población migrada, estos temas de integración sean desatendidos por las autoridades, algunos dirán que a estas alturas será por buscar el voto a un año de las elecciones autonómicas y municipales, a nivel profesional y personal apostaría para que todos los años estuviéramos a 365 días de las elecciones. Chapó por los que sinceramente desde sus cargos políticos se preocupan desinteresadamente por esta temática, esperamos que si siguen en la próxima legislatura mantengan este buen ritmo y, si no están, los que llegan tomen el ejemplo.

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