Hace dos semanas leía una noticia sobre un apuñalamiento en la vecina localidad de Felanitx, Mallorca. Un asesino en potencia- de otra forma no se le puede llamar- le asestaba siete puñaladas a un hombre de 50 años que le estaba increpando en plena calle por dejar mal estacionada su bicicleta.
No es para menos la indignación general, no sólo por el intento de homicidio, sino por la edad del autor de los hechos. Con tan solo 17 años, un adolescente con amplio historial delictivo se campa a sus anchas por las calles de la Isla.
Y la pregunta siempre es la misma…¿Y qué hacemos si se trata de un menor de edad?, un adolescente carente de valores, de educación y de formación de hogar es capaz de perpetrar auténticas masacres.
Desde otro contexto podríamos tirar de hemeroteca para mirar los luctuosos acontecimientos en escuelas de Estados Unidos causadas por jóvenes provenientes de familias desestructuradas.
Y es difícil exigirle valores a las nuevas generaciones si no se fundamentan desde casa, y máxime cuando los padres hacen caso omiso de aplicar a sus hijos los correctivos en el proceso formativo, simplemente nunca estuvieron preparados para dar ejemplo, y quizá nunca fueron capaces de enderezar el camino delincuencial copiado por las generaciones que les están sucediendo en este momento.
Si nos remitiéramos a las cifras no sería descabellado afirmar que los niveles delincuenciales juveniles van subiendo año tras año. Es un fenómeno que no da tregua, un momento de la historia en el que el desarrollo de las redes sociales y el avance de la tecnología influye negativamente en gran parte de la población juvenil, además del desapego al núcleo familiar y el culto a un sistema de producción exacerbado, sin medir las consecuencias ocasionadas por la ausencia de valores en el entorno de la familia.
Lo del jovencito de Felanitx es apenas un ejemplo de los miles de potenciales de delincuentes que se están formando en las sociedades de hoy. No siempre se trata de culpar a los políticos de las desgracias de la ciudadanía, pero sí que es evidente que en el caso de esta Comunidad Autónoma falta aplicar políticas sociales de integración y seguimiento a los jóvenes con problemas provenientes de entornos conflictivos.
En las redes sociales observamos como los políticos de una y otra corriente se pelean por cosas banales, se preocupan más por los problemas que suceden en otras comunidades autónomas, escriben muy bien y defienden con uñas y dientes sus argumentos; sin embargo, a la hora de preocuparse por arreglar su casa no son tan eficientes como sí lo son al momento de generar un debate insulso en una red social.
Cerramos bien el 2017
En otro orden de cosas agradecemos a los lectores y anunciantes el apoyo recibido en este 2017, despedimos otro año más con la satisfacción del deber cumplido, a pesar del desaforado avance de las redes sociales, Baleares Sin Fronteras aún tiene un espacio desde hace catorce años en sus hogares.
La gente nos hace notar su preocupación, especialmente cuando retrasamos uno o dos días la salida a la calle por motivos comerciales o cubrimientos noticiosos de importancia. sin duda, es buena señal. También, enaltecemos la campaña del equipo de fútbol que representa al periódico, un plantel de trece nacionalidades, cuyo lema es la integración, que por primera vez en la historia del balompié aficionado de España salió campeón de un torneo federado y ahora compite en la primera regional de la Federación Balear.
Balance positivo para el periódico y nuestro equipo.
Cerramos bien el año, ¡gracias a todos!.