Por UNICEF
Hoy 400 millones de niños y niñas en todo el mundo viven en zonas de conflicto o huyen de ellas, es decir, aproximadamente 1 de cada 5 niños del planeta, más que la población de muchos países enteros.
En la guerra, los niños y niñas sufren primero y son quienes más sufren. Pierden a familiares y amigos. Son violados sexualmente. Son asesinados o quedan heridos, a menudo por armas explosivas en áreas pobladas. Son reclutados y utilizados por fuerzas o grupos armados. Y muchos resultan desplazados varias veces, arriesgándose a separarse de sus familias, perdiendo años críticos de educación y rompiendo lazos con sus comunidades.
Las Naciones Unidas han verificado más de 315.000 violaciones graves de los derechos de los niños y niñas en áreas de conflicto entre 2005 y 2022. Se trata de niños y niñas que fueron asesinados, mutilados, reclutados o utilizados por las fuerzas armadas, secuestrados o sometidos a una violencia sexual horrible. Además, miles de escuelas han sido atacadas o destruidas. Y estos son solo los casos que se han verificado, lo que significa que el número real de violaciones es ciertamente mucho mayor.
Detrás de cada uno de estos números hay una historia de sufrimiento infantil inimaginable… de derechos violados y derechos negados. He conocido a demasiados niños y niñas afectados por conflictos en mis visitas a terreno.
En Ucrania, conocí a un adolescente gravemente discapacitado cuya familia luchaba para que entrara en el refugio cada vez que sonaban los ataques aéreos… y suenan a menudo mientras continúa esta horrible guerra. En Alepo, Siria, conocí a niños y niñas que sobrevivieron a duras penas a una guerra y estaban comenzando a reconstruir sus vidas para después experimentar un terrible terremoto. En Yemen conocí a un niño que había perdido ambas piernas después de resultar herido en un ataque con morteros. Y en República Democrática del Congo conocí a un niño que estaba tan traumatizado por la violencia que apenas podía hablar, mientras que una niña contaba su historia de secuestro y años de violencia sexual.
Cada una de estas historias es una tragedia. En su conjunto, son una denuncia de un mundo que ha abandonado a demasiados niños y niñas necesitados. Por su bien, simplemente debemos hacerlo mejor. Esto comienza con una sólida respuesta de protección infantil para llegar a todos los niños y niñas necesitados, ya estén en áreas en conflicto o en tránsito buscando seguridad.
Estos servicios deben basarse en los sistemas de protección y las estructuras comunitarias existentes, así como en la defensa de los derechos, la participación y el interés superior de los niños. Esta es una gran aspiración. Pero podemos lograrlo invirtiendo en políticas, personas y programas de protección infantil.
En primer lugar, debemos poner énfasis en las políticas que sitúan a los niños y su protección en el centro de la acción humanitaria. Ya hemos escuchado cómo los Estados pueden hacer esto al priorizar el interés superior de los niños y niñas en sus leyes y prácticas. Las organizaciones internacionales y las ONG también deben poner la protección infantil en el centro de sus políticas y estrategias. De hecho, hoy me complace anunciar que UNICEF implementará una Política de Protección y Responsabilidad que incluirá específicamente la protección infantil en todo nuestro trabajo, incluida la educación, el agua y el saneamiento, y la atención médica.
En segundo lugar, debemos invertir en las personas, que son la columna vertebral de nuestra fuerza laboral de protección infantil: nuestros trabajadores sociales, personal de respuesta en primera línea y movilizadores comunitarios. Nuestra fuerza laboral de protección debe estar mejor equipada con la capacidad y el conocimiento para monitorizar el impacto de la guerra en los niños y niñas.
Todas las historias y circunstancias no son iguales, por lo que el personal de protección debe responder a las diferentes vulnerabilidades y necesidades específicas de los niños y niñas afectados por el conflicto armado. Y necesitan las herramientas para defender incansablemente la seguridad de los niños, como exigir que las partes eviten el uso de armas explosivas en áreas pobladas.
Como han escuchado a lo largo de la conferencia, el Mecanismo de Seguimiento e Informes de Naciones Unidas es fundamental para informar a quien hacen las políticas sobre el verdadero impacto de la guerra en los niños y niñas… y para facilitar el compromiso con las partes en conflicto. Este es un trabajo muy delicado y, lamentablemente, también es muy difícil movilizar recursos para apoyarlo.
Por ello, hoy UNICEF se compromete a cubrir el 50% del coste anual de la dotación de personal para monitorizar, documentar y verificar violaciones graves contra los niños y niñas… y dialogar con las partes en conflicto. Trabajaremos con aliados para movilizar los recursos adicionales para cumplir con este mandato crítico.
Finalmente, debemos invertir en programas de protección infantil de calidad que satisfagan las circunstancias y necesidades cambiantes. Esto significa encontrar mejores formas de colaborar e involucrar a los niños y las comunidades en el diseño del programa. También significa ofrecer una programación adaptada a las realidades locales.
La reintegración infantil es un buen ejemplo. Hemos apoyado con éxito a decenas de miles de niños que han salido de las fuerzas o grupos armados. Pero la reintegración infantil suele ser dolorosa y muy compleja… para los niños y las comunidades a las que regresan. Todas las partes del proceso han pedido más apoyo a estos esfuerzos.
UNICEF está prestando atención a estos llamamientos y apoya a la Oficina del Representante Especial del Secretario General para la infancia y los conflictos armados (SRSG Gamba), que ha desempeñado un papel fundamental. Durante los últimos 18 meses, UNICEF ha convocado a aliados para sentar las bases de una iniciativa global sobre la reintegración infantil que tiene como objetivo transformar la forma en que apoyamos a los niños y niñas que han dejado las fuerzas y los grupos armados. UNICEF se compromete a lanzar la iniciativa y ofrecer los servicios y el apoyo que los niños y niñas piden y merecen.
Antes de terminar y en nombre de UNICEF, quiero agradecer a nuestros aliados donantes, incluidos nuestros anfitriones aquí hoy, que están financiando acciones de protección infantil en conflictos armados. Vuestro apoyo hace posible este trabajo. Aprecio profundamente a los numerosos aliados que se esfuerzan por proteger a los niños y niñas incluso en los contextos más desafiantes.
Proteger a los niños y niñas es una elección. Y también lo es ponerlos en riesgo, obligándolos a entrar en conflicto y negando descaradamente sus necesidades. La guerra y el conflicto son obra de adultos. Los niños y niñas no inician las guerras y son impotentes para ponerles fin. Como mínimo, debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para mantener a los niños y niñas a salvo de los peligros y las privaciones que provocan quienes participan en los conflictos.
Hoy, insto a todos los Estados y entidades a unirse a nosotros para tomar la decisión correcta… para proteger a los niños hoy y que puedan crecer y crear un mundo más pacífico para las generaciones futuras.