No comenzaré diciendo lo que todos hemos leído, escuchado o visto por las noticias sobre los despropósitos del maquiavélico personaje elegido por segunda vez como presidente de los Estados Unidos de América. Me aterran sobremanera aquellos inmigrantes que carecen de memoria, sí, esos mismos que han tenido que padecer las vicisitudes de emigrar de sus países de origen, desprendiéndose del afecto de sus seres queridos para adaptarse a cualquier sociedad receptora, que por mucha facilidad de integración que exista, no dejan de atravesarse barreras o piedras en el zapato para llegar a un pleno arraigo, que tarda años en llegar, o incluso, jamás se logra.
No todos los inmigrantes sin papeles llegan a delinquir, lo he dicho desde hace años en estas líneas, y es que por desgracia no faltan los que en medio de su arrogancia e ignorancia de crianza y falta de academia, transmiten y propagan odio y rechazo por lo que encuentran diferente.
El problema viene de la raíz, por citar un ejemplo, quienes estamos en el mundo del deporte, cuando vas a un polideportivo y te encuentras a un chaval hablando despectivamente de chicos provenientes de otros países. Simple y llanamente todo este cortocircuito en una mente joven comienza desde los propios hogares.
Toda la cadena de estigmatizaciones nace desde la educación en casa, además, si miramos para afuera la insensibilidad es latente, y la sociedad en general poco puede exigir cuando son los propios gobernantes llamados a dar ejemplo, los que callan y miran para otro lado, tal cuales lacayos ante los despropósitos de un millonario loco que está llevando el mando de la nación más poderosa del mundo.
La hipocresía a flor de piel de los propios inmigrantes- no todos desde luego- que han ayudado a enquistar en el poder a un tipo que va en contra de su propia gente. Es impactante leer comentarios en las redes sociales de gente inmigrante que apoya estos actos indignos de un descerebrado con poder.
Dejad hacer dejad pasar, expresión francesa que llevaría al pasotismo, a la indiferencia, a la insolidaridad, a la falta de empatía, al egoísmo… y es que en pleno siglo XXI estamos siendo testigos de hechos impropios de una época avanzada en materia tecnológica, pero en serio retroceso de escala de valores y principios.
Obviamente, a mayores flujos migratorios, mayores niveles de delincuencia, pero no esto no es óbice para que seamos más papistas que el Papa, y se asuman posturas radicales en las que se generalice a aquellas personas que se vieron forzadas en su gran mayoría a irse de sus países de origen en búsqueda de una vida llena de bienestar y progreso.
El problema generalmente viene de origen y de la falta de oportunidades de trabajo en países corruptos en el que los propios gobernantes llevan al despeñadero a su propia gente y les obliga a mirar otras perspectivas de vida.
En estas mismas líneas he exaltado a quienes llegan a Baleares a emprender, a aportar y a ser dignos representantes de los llegados de afuera, comenzando por los empresarios de diversas nacionalidades que vienen a esforzarse y generar engranaje en la economía y bienestar, también se ha resaltado la labor voluntaria de líderes del tejido asociativo que trabajan desinteresadamente por sus comunidades, pero asimismo, he sido crítico con quienes vienen a delinquir o cometer actos ilícitos que quebranten la ley. Sin embargo, por activa y pasiva siempre hemos dicho que no tener un documento en regla no debe ser motivo para ponerle a alguien el rótulo de criminal, me preocupa que cuando Estados Unidos estornuda a gran parte de la humanidad le da gripe, ojalá esta ola de xenofobia no tenga tintes expansivos.
