En días pasados leía en un periódico local de la isla, para ser más exactos, en el Diario de Mallorca, una noticia de dos jóvenes que asaltaban con navaja en plena calle a una mujer. Uno de ellos era menor de edad y el otro un ecuatoriano de 20 años sobre los que cursaba una orden de ingreso a prisión.
Me parece bien que estemos indignados por la acción delictiva de una noticia; me parece bien que estas personas paguen ante la justicia sus delitos y me parece bien que la gente nativa esté molesta como los propios inmigrantes de bien- la inmensa mayoría- y que exista la posibilidad en las redes sociales de expresar su preocupación sobre la inseguridad ciudadana.
He sido también víctima dos veces en menos de un año de robo en mi coche con rotura de cristales, lo he vivido en mis propias carnes en una barriada de Palma, ambas con el mismo modus operandi
Aun así cuando algo desagradable me ocurre, me abstengo de lanzar conceptos vinculantes a una nacionalidad, algunos nacen, pero la mayoría se hacen y eso nada tiene que ver con la procedencia de los que emigran.
Desde luego, que a mayor flujo de inmigración, mayor es el riesgo de que se cuelen malandros. Lo propio ocurre en países como Colombia, Ecuador, Perú o Chile, a dónde masivamente han emigrado venezolanos que han llegado buscando nuevas oportunidades de vida, no obstante, cierto es que se han filtrado peligrosos hampones que también delinquían en su país, hablo en este caso de los venezolanos por el factor mediático, como si lo hubieran sido el resto de extranjeros que llegaban a delinquir a aquella Venezuela próspera de otrora.
Me decanto por quedarme con lo bueno, sin que eso implique negar una realidad que está ahí, pero también me parecería aún mejor que los medios en un ejercicio de impacto social, elaboraran un informe sobre la cantidad de negocios regentados por inmigrantes emprendedores que reportan millones a las arcas de la Seguridad Social y al fisco.
Muchísimas personas que ponen el rótulo de delincuentes a los inmigrantes se sorprenderían de la cantidad de locales comerciales de diversos sectores regentados por argentinos, ecuatorianos, colombianos, bolivianos, sin contar los de otros países no hispano hablantes.
O por qué no hablar con mayor frecuencia de las cuidadoras de mayores o niños que trabajan en casas de familia, en donde también realizan oficios de limpieza, y es que posiblemente esté hablando de realidades que están a la vista de todos, pero que se pasa por alto, una tendencia a ignorar lo positivo.
No estaría mal que los jefes de redacción se den a la tarea de poner a sus redactores, a hacer un ejercicio periodístico sobre la cantidad de profesionales de la salud y otros oficios en que los llegados de afuera sobresalen en sus trabajos, como ejemplo, es cuestión de darse una vuelta por las clínicas privadas o centros de salud.
Como todo se circunscribe a ciclos, hoy por hoy es una realidad que la convivencia se hace más fácil gracias al vínculo que se ha establecido de relaciones de parejas formada por nativos y extranjeros. Anteriormente el recelo por lo de afuera era más notorio, si hablamos de hace veinte años atrás, ahora la sensación es diferente.
A este hermoso lugar del archipiélago balear hemos llegado a establecernos, incluso, los que hemos sembrado raíces con las nuevas generaciones nacidas aquí.
Hay que mirar también la otra perspectiva, los que se adaptan, respetan las costumbres y muestran el agradecimiento por esta tierra que les ha abierto las puertas, entre esos a quien escribe esta columna. Me siento un mallorquín de adopción sin desconocer mi lugar de origen; nunca escatimaré en mostrar con noticias y reportajes los hechos positivos de los que aún falta mucho por escribir. ¡Quedarse siempre con lo positivo reconforta el alma y nos impulsa para avanzar al camino del éxito!.
