Ya llevamos varios años inmersos en el sistema de las nuevas tecnologías y el trato del administrado con la Administración, que cada vez es más cibernético, al menos en la materia de extranjería, que es la que nos afecta en este caso.
Hay que reconocer que ya nos hemos acostumbrado a solicitar citas por Internet, ya que si acudimos a las Oficinas de Extranjería sin cita previa será imposible presentar un expediente, o también nos hemos llegado acostumbrando, al menos para los profesionales, empresas y todo aquel que lo desee expresamente, a recibir notificaciones a través de Internet, sobre todo gracias a la firma digital.
Todo estos avances que suenan muy nuevos, modernos y parecen ser efectivos, hacen que, efectivamente, todo se agilice mucho más. Cuando todo el sistema funciona y está bien engranado todas las gestiones deberían ser más rápidas y a su vez también deberían abaratar costes de la administración. De hecho es la era en la que vivimos y es a lo que todo va a tender, a informatizarnos, con lo cual no nos queda más remedio que adaptarnos al sistema y a las nuevas tecnologías.
Soy de esos prehistóricos, a los que nos cuesta horrores adaptarse a todas estas nuevas circunstancias informáticas y a los procesos tecnológicos; no sé si por miedo a los cambios o más bien por desconfianza de las nuevas tecnologías. Pero acepto que no me queda otra que poco a poco sumergirme en ese mundo, porque sino quedaremos fuera del sistema, y también porque soy un profesional y la administración me obliga a adaptarme, ahora ya todo es sin papel, vamos hacia un mundo sin papeles; que paradoja en un mundo como la extranjería donde todos buscan sus “papeles”.
Sigo intentando, como buen dinosaurio, que me envíen las notificaciones por carta, que me la envíen a mi despacho, que vengan certificadas si es preciso, que conste mi firma, la de verdad no la tecnológica (de la que no me fio). Echo de menos a la cartera, echo de menos el segundo aviso de correos, echo de menos la seguridad que me daba el firmar las cosas, el recogerlas y el palparlas. Con la informática y las nuevas notificaciones he perdido en seguridad, e incluso he llegado a cometer errores que no me hubiesen sucedido de tocar el papel. Pero aún así sé que me debo adaptar a las nuevas tecnologías, sé que esto es el principio, pero que cuando todo el sistema este engranado y encaje, y nos adaptemos, todo será mejor. Pero deben existir periodos de transición y de adaptación, y pienso en los abuelitos o en todos aquellos que, como yo, les guste la realidad sobre la ciber-realidad.
Fallos
Errar es de humanos, y las maquinas dicen que no fallan; Pero al final, y espero que por mucho tiempo, el que controla las maquinas es un humano, y por tanto las maquinas pueden fallar, y de hecho fallan o se organizan mal.
Es el caso de la solicitud de citas previas por Internet, uno no tiene la certeza o seguridad que pueda conseguir cita siempre que acceda al sistema. La realidad, y justo es reconocerlo, es que casi siempre que se accede al sistema se puede encontrar una cita, otra cosa es que el sistema no conceda citas hasta dos meses vista, o incluso tres meses en función del proceso que sea. Pero en algunas ocasiones, y por cuestiones de necesidad o tecnológicas, no se puede conseguir cita, y como uno se aleje del ordenador ya no podrá obtener cita hasta que vuelva tener un ordenador cerca. El problema surge cuando se necesita una cita rápida porque está a punto de caducar algún documento, como pueden ser los certificados de penales.
Otro problema puede ser el sistema de notificaciones por Internet y a través de la firma digital, ya que el programa o soporte informático del sistema de notificaciones para profesionales, deja bastante que desear en cuanto a la posibilidad de organización del mismo, ya que es una maraña de números, expedientes y de fechas muy difícil de organizar y de realizar seguimiento, es toda una inseguridad jurídica para el sistema de notificaciones. Mientras no mejore este sistema de notificaciones será mucho mejor la notificación por correo, la de papel.
Mejoras
Aún así, echo la vista atrás, me acuerdo de cuando la Oficina de Extranjería estaba al lado de Correos, cuando había que madrugar o no acostarse para pedir una cita, cuando las colas en la Oficina eran de metros y al raso, me acuerdo de las resoluciones de arraigo en más de un año de espera, me acuerdo de todas aquellas masificaciones y tiempos de espera, y entonces debo reconocer que todo ha mejorado. Las cosas ahora son más rápidas, la administración más diligente, y la atención más rápida y específica.
Cosa distinta es la aplicación de la ley y su interpretación, que podrá ser más o menos dura en función del tiempo en que vivamos, y con la que podremos estar más o menos de acuerdo, pero eso ya lo discutimos con los recursos y con la justicia. Pero la atención ha mejorado, quizá gracias a las nuevas tecnologías, y seguro que también al ser humano, y por ello debemos seguir intentando adaptarnos, aunque algunos, todavía, seamos un poco cromañones.
Fdo. Igor Valiente