Son muchas las polémicas que se han generado en los últimos años en el contexto de la inmigración, creando de esta manera un tabú ideológico, cuando se habla de extranjería en los diferentes escenarios de la sociedad actual. Hoy en día, no es poco común escuchar comentarios como: “los extranjeros nos hurtan los puestos de trabajo” ó “este lugar sería mucho mejor sin inmigrantes”. La lista de este tipo de comentarios podría ser más larga, sin embargo, pienso que con estos dos es suficiente para enmarcar la idea principal de mi crítica.
Para aquellas personas que exclusivamente comparten ese ideal, quiero resaltarles por medio de este artículo, que la inmigración es un fenómeno muchísimo más importante e influyente en la comunidad actual de lo que muchos piensan.
Hablemos primero del factor económico y financiero. Hoy en día en una economía globalizada, es mucho más fácil abrir nuevos mercados y generar transacciones internacionales que satisfagan las necesidades de un grupo particular de personas. Tener inmigrantes en un país abre las puertas a numerosas oportunidades de negocios que compensen las demandas que la población extranjera requiere de sus respectivos países de origen. Por ende, tenemos más empresas y más puestos de trabajo. Por otro lado, el tener una sociedad multicultural y heterogenia aumenta la posibilidad de crear productos innovadores y creativos basados en diferentes estilos de vida. Por último y sin dejar de ser el punto más importante, los inmigrantes generamos una alta entrada económica al estado por medio de cobros en impuestos y seguridad social, esto es bueno para la economía nacional, ya que generalmente la comunidad inmigrante es joven, saludable y con muchos años laborales encima. Al mismo tiempo, somos una comunidad que demanda menos beneficios por parte de la administración pública. En pocas palabras, generamos más de lo que gastamos, de esa manera los estados pueden gastar más en generar calidad de vida.
Un segundo abordaje al conflicto de la inmigración es el cultural. Abrir las puestas a nuevos idiomas, estilos de vida, religiones, costumbres, sabores y tradiciones hacen que la sociedad y el país en general sea más rico en términos de diversidad, generando de esta manera una población tolerante, abierta al diálogo y al respeto cultural. Un país que tenga este pilar desarrollado puede garantizar a sus ciudadanos una armonía cultural con el resto del mundo, evitando en gran medida los incómodos choques culturales.
No podría terminar el artículo sin antes nombrar algunas realidades que señalan a la inmigración como factor negativo y que merecen un análisis más profundo.
- La inestabilidad en los salarios, son producto de una cultura empresarial (no de los inmigrantes) corrupta, ambiciosa y egoísta con los esquemas regulatorios de una sociedad. Al contribuir con la ilegalidad fiscal contratando inmigrantes en situación irregular, no solamente reducen sus costos en mano obra si no que genera un bucle social que impacta categóricamente la armonía económica y social de un sistema.
- La escasez de puestos de trabajo, es un fenómeno creado por la mala administración financiera de los gobiernos (políticos) y no por el exceso de inmigrantes. Al contrario, al tener más inmigrantes consumiendo en los mercados locales, la demanda por productos y servicios incrementa, lo que conlleva a generar más producción y por ende más puestos de trabajo.
- La inclusión social, es un tema muy profundo y delicado, del cual me gustaría hablar en futuras publicaciones, en donde tanto las administraciones como la misma comunidad inmigrante tienen escasos puntos a favor. Sí, es verdad que se invierte en Programas de inclusión social y Ley de Extranjería ¿pero qué tan efectivos son estos programas? También es verdad que muchos de los extranjeros residentes no hacen el mínimo esfuerzo por aprender el idioma y/o tradiciones locales para hacer de su estancia más amena.
Concluyo citando la pregunta que un colega me hizo en una conversación bastante interesante: “¿Por qué las personas tienen que venir y no se quedan en el lugar de donde son?”. La respuesta no es sencilla, pero en principio, la migración es un derecho humano básico, que ha sido reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos y por los Acuerdos de Helsinki, esto nos hace libres de movernos por el mundo (con sus limitaciones para unos cuantos). Además el mantenimiento actual de la inmigración tiene que ver con los desequilibrios: internos y de la economía mundial, con la acumulación de riquezas en algunas áreas, y especialmente en las ciudades grandes, y el mantenimiento de estructuras atrasadas y pobres en otras. Que existan “pueblos hambrientos y en constante guerra”. Cuando esos problemas dejen de existir, el tema de la inmigración disminuirá. Pero eso solo dependerá del nivel de compromiso de los países desarrollados, sus gobiernos, sus empresarios y sus ciudadanos.
Por Dassyr Casanova
Legalcity.es
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